Por María Josefina Arce
En la famosa instantánea del fotógrafo cubano Alberto Korda, en las grabaciones que recogen su voz con ese inconfundible acento argentino, pero sobre todo en la total vigencia de su pensamiento y su accionar a favor de las causas justas sigue presente en el mundo Ernesto Che Guevara.
Motivo de inspiración es el Guerrillero Heroico para los cubanos, que ven en su honestidad, honradez y deseos de luchar por un mundo mejor un ejemplo a seguir y una razón para mantener vivo su legado.
Los cubanos que tuvieron el orgullo de conocerlo, de estar a su lado, lo recuerdan como un hombre recto, sencillo, trabajador y entregado. Lo conocieron como un dirigente ajeno a comodidades y siempre dispuesto al sacrificio y a compartir con el pueblo.
Lo ven todavía en los cañaverales y en las fábricas, donde hombro con hombro con macheteros y obreros daba su invaluable aporte a la Cuba libre y soberana por la que había luchado.
Ernesto Che Guevara no fue solo un soñador, sino que vivió con intensidad y en la práctica fue capaz de dejar atrás la seguridad de su familia y marchar a otras tierras para también lograr su independencia. África y América Latina conocen de ese espíritu libertario e internacionalista que lo caracterizó.
Por estos días se cumplen 50 años de su muerte en Bolivia, adonde marchó en la década del sesenta del siglo pasado decidido a impulsar una revolución en Suramérica contra el dominio neocolonial de Estados Unidos.
La ciudad de Vallegrande, en los andes bolivianos, es sede del homenaje mundial al Guerrillero Heroico. Cerca de allí libró su última batalla, luego de luchar durante once meses en un medio desconocido y con un clima hostil.
Herido y capturado en combate el 8 de octubre de 1967 fue asesinado un día después por órdenes de la CIA, Agencia Central de Inteligencia, de Estados Unidos, en el interior de una pequeña escuela rural del pueblo de La Higuera, municipio de Valle Grande.
De su valentía y entereza habla su última orden a un soldado tembloroso: Póngase sereno y dispare, usted va a matar a un hombre. Un hombre que dejó una lección al mundo de la fuerza de sus ideas y convicciones.
El Che no es solo argentino o cubano, es brasileño, boliviano, ecuatoriano, venezolano y congoleño. Es un hombre universal, pero sobre todo un latinoamericano convencido, orgulloso de sus raíces y de la historia, cultura e identidad del continente donde nació y murió.
Su legendaria figura, junto a próceres de otras épocas, recorre hoy la geografía latinoamericano y sigue inspirando a esos hombres dignos que no cejan en su empeño de forjar una Patria Grande, sin oprimidos, ni olvidados.