Por: Guillermo Alvarado
Los oscuros manejos financieros de políticos, aristócratas, magnates y personalidades del arte y el deporte, entre otros, quedaron al desnudo tras la publicación de unos 13 millones de archivos donde se demuestra que ocultan buena parte de su dinero o realizan cuantiosas transacciones en paraísos fiscales, como se conoce a determinados sitios con un régimen tributario muy flexible o casi inexistente.
Los documentos filtrados pertenecen básicamente a dos firmas, el bufete especializado Appleby, que tiene oficinas en sitios como Bermudas, Islas Caimán, Islas Vírgenes, Mauricio y Seychelles, así como la empresa Asiaciti Trust, dedicada a negocios offshore, lo que en español se denominan “fuera de plaza”.
Igual que ocurrió en el episodio anterior, conocido como Papeles de Panamá, los datos fueron recolectados por la agrupación Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, un conglomerado de 381 comunicadores y 96 medios en 67 países, y publicados en el diario alemán Suddeutsche Zeitung.
Si bien no se ha determinado aún la comisión de delitos, pues esto corresponde investigarlo en cada Estado, lo que salta a la vista es un grave problema moral y es que los más poderosos del planeta tienen la manifiesta intención de ocultar sus bienes y operaciones y pagar lo menos posible de impuestos, es decir la parte que les corresponde al sostenimiento de las instituciones y los servicios públicos que benefician directamente a los sectores medios y bajos de la población. Se trata, en suma de que los ricos sean más ricos, y los pobres, más pobres.
El escándalo, denominado “Los papeles del paraíso” abarca a una amplia gama de personajes y en el caso del Reino Unido podría traer consecuencias para el gobierno de Theresa May, porque entre los implicados están la misma reina Isabel II y el principal financista del partido Conservador, Michael Ashcroft.
En el caso de Isabel II aparece a su nombre inversiones por 10 millones de libras esterlinas, unos 13 millones de dólares en Bermudas e Islas Caimán.
Ashcrofft fundó un fideicomiso valorado en 450 millones de dólares en Bermudas y tiene además un conocido prontuario como evasor por la práctica de asentar su registro fiscal en países con menor rigor tributario. Ambos son un nuevo dolor de cabeza para May, porque desde los Papeles de Panamá el gobierno conservador había prometido reglas más estrictas, que nunca llegaron.
En Estados Unidos la administración del presidente Donald Trump tampoco escapa al escándalo, que hasta el momento ha tocado a Wilbur Ross, secretario de Comercio, Gary Cohn, asesor económico del mandatario, Jon Huntsman, nuevo embajador en Rusia y algunos mencionan incluso al secretario de Estado, Rex Tillerson.
En América Latina las figuras más sonadas son el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, Blairo Borges, secretario de Agricultura de Brasil, Alejandro Gertz, ex secretario de Seguridad Pública de México y el expresidente de Costa Rica, José María Figueres.
Vendrá ahora una oleada de desmentidos y justificaciones y muchos casos quedarán en la duda, pero mientras no exista una nueva arquitectura financiera internacional, con reglas transparentes, los escándalos de este tipo continuarán.