por Nicanor León Cotayo
Este domingo, la agencia de noticias Associated Press (AP) informó que en una pequeña iglesia de Texas, ocurrió otra masacre donde murieron 26 personas y resultaron heridas otras 20.
Se trata de un templo que sus fieles exhibían como el corazón de su comunidad, ahora transformado en un sombrío escenario.
Entre las personas asesinadas estuvo la hija del pastor Frank Pomeroy.
La iglesia fue rodeada por detectives y policías locales y federales.
Richard Rodriguez, de 51 años, quien asistía a la iglesia todos los domingos, no ha sido posible encontrarlo hasta el momento, según manifestó su hija, Regina Rodriguez, quien dijo “creo que acabo de perder a mi padre”.
Otra de las víctimas fue Crystal Holcombe, quien tenía ocho meses de embarazo.
Expertos han atribuido que una de las reiteradas tragedias impuestas con armas de fuego en Estados Unidos se debe a la facilidad de adquirir este armamento en tiendas comerciales.
Hasta el momento todos los esfuerzos por frenar dichas transacciones han fracasado debido al océano de dinero que la Asociaciòn Nacional del Rifle aporta a políticos de Estados Unidos, gremio muy unido a Donald Trump.
Su escudo, una enmienda impuesta hace muchos años cuando las circunstancias en dicho país eran muy distintas a las actuales.
Ello ha facilitado que numerosos políticos estadounidenses reciban jugosas cantidades de dinero para sus campañas electorales.
Los mismos que después se han opuesto a restringir esas ventas a cualquier ciudadano.
¿Cuál es la mayor preocupación que se observa entre analistas?
Que lo dicho se ha convertido en algo natural en el seno de esa sociedad.
O sea, la incorporación de la cultura de la violencia armada al modo de vida estadounidense como hace horas lo corroboraron hechos acaecidos en la tragedia en la iglesia Church en Sutherland Springs, con sede en Texas.
Equivalente a decir, la conversión de ese otro territorio en un gran tiro al blanco.
(CubaSí)