Por Guillermo Alvarado
El escándalo desatado por la difusión de los llamados “Papeles del paraíso”, una especie de segunda temporada de los “Panama Papers”, está reafirmando la certidumbre de que los más ricos de este planeta han creado un mundo aparte, donde la oligarquía internacional maneja sus finanzas al margen de las normas jurídicas y las regulaciones de los Estados.
Si bien el común denominador en estos momentos es la excusa de que tener los capitales o realizar transacciones en los paraísos fiscales, diseminados por los cuatro puntos cardinales, no es necesariamente un acto ilegal, sería de una enorme ingenuidad creer esta explicación, en la que insisten inclusive algunos funcionarios públicos atareados en quitarle importancia a las revelaciones.
Tal el caso del secretario de Hacienda y Crédito Público de México, José Antonio Meade, quien dijo que según las investigaciones realizadas en ese país, el dinero localizado en estos sitios son recursos que ya se habían declarado y pagado los impuestos correspondientes.
La primera pregunta que viene a la mente es que si se trata de sumas legales, entonces qué sentido tiene esconderlas en lugares donde el tema fiscal se maneja con una gran opacidad. ¿Qué sentido tendría depositar dinero limpio en lugares que huelen a suciedad en miles de kilómetros a la redonda?
Como todo el mundo sabe, un paraíso fiscal es un lugar donde se ofrece a los multimillonarios la posibilidad de fundar empresas o asentar su dirección legal aprovechando un régimen tributario muy bajo.
Los servicios también incluyen hacer depósitos en cuentas que escapan a los controles internacionales, o realizar compras y ventas de bienes de alto valor evadiendo regulaciones.
Todo ello en el más absoluto secreto, que es la piedra angular de este sistema financiero paralelo donde se sumergen miles de millones de dólares.
El senador y ex precandidato presidencial de Estados Unidos, Bernie Sanders, dijo respecto a los Papeles del paraíso que "muestran cómo los multimillonarios y las empresas trasnacionales se vuelven cada vez más ricos al ocultar su riqueza y sus ganancias para evitar pagar su parte justa de impuestos".
Agregó el político que "el mayor tema de nuestros tiempos es el rápido movimiento hacia una oligarquía internacional en donde un puñado de multimillonarios son dueños y controlan una parte significativa de la economía global".
Gracias a la oscura arquitectura financiera de los paraísos fiscales grandes consorcios como Nike o Apple reducen sus impuestos en varios millones de dólares, por el simple recurso de mover capitales de un lugar a otro. Magnates de cualquier lugar del mundo pueden comprar yates de lujo o aviones ejecutivos evadiendo las regulaciones internacionales o de los países donde se fabrican.
Como dijimos al principio, se trata de un mundo aparte donde el derecho de ciudadanía está basado en la cuantía de los capitales y se cumple a cabalidad aquella sentencia de que en el mundo de los grandes negocios, la regla de oro es que quien tiene el oro, es el que pone las reglas.