Por: Guillermo Alvarado
Por fin en las primeras horas de este lunes, una semana después de celebrados los comicios presidenciales en Honduras, el Tribunal Supremo Electoral, TSE, anunció los resultados finales de un accidentado conteo de votos que hasta el momento da más lugar a la duda y las sospechas que a una certeza jurídica sobre el ganador.
Los datos ofrecidos por David Matamoros, magistrado presidente de la entidad, dan la victoria al aspirante a la reelección, Juan Orlando Hernández, del Partido Nacional, con 42,98 por ciento de boletas, y en segundo lugar a Salvador Nasralla, de la Alianza de Oposición a la Dictadura, quien habría quedado con el 41,37 por ciento.
En lo que podría considerarse quizás como un gesto de rubor, ante el bochornoso papel jugado por las autoridades electorales en este evento, Matamoros se negó a proclamar a Hernández como presidente electo y dijo que por el momento sólo le correspondía anunciar los números finales del escrutinio.
Recordemos que luego de un primer anuncio parcial, que situaba a Nasralla a la cabeza con casi cinco por ciento, hubo un prolongado silencio por parte del TSE y cuando se volvió a dar un segundo parte, esa diferencia había casi desaparecido como por arte de magia. En un tercer boletín, ya Hernández estaba a la cabeza, situación que no varió hasta hoy.
El partido opositor anunció que no reconocería estos resultados y a lo largo de la semana anterior la gente se volcó a las calles en medio de la represión policial, que causó varios muertos, heridos y disturbios.
La respuesta del gobierno fue suspender las garantías constitucionales y aplicar un toque de queda que no logró acallar la indignación de muchos ciudadanos, que desde el interior de su casa en la capital y otras ciudades hondureñas corearon denuncias de fraude mientras golpeaban cacerolas, en un clamor que según testigos se podía escuchar desde lejos.
El silencio del TSE fue secundado por la delegación de la desprestigiada Organización de Estados Americanos y su secretario general, Luis Almagro.
A propósito de este señor, muchos se preguntan que si acaso esto hubiese ocurrido en Venezuela, ¿cuál habría sido su reacción? Sin duda estaría en estos momentos en Washington suplicando el envío de soldados, aviones y helicópteros para “rescatar” la democracia, pero tratándose de Honduras, donde se impone un presidente dócil a los dictados del norte, Almagro cierra los ojos y la boca y declara finita la comedia.
Es muy improbable que el anuncio hecho hoy por el TSE sirva para aplacar los ánimos y que aún en medio de las restricciones políticas y civiles impuestas por el ejecutivo, las muestras de repudio e indignación se mantengan.
Se habla ya de un golpe electoral, que sería la continuación del cuartelazo perpetrado contra el expresidente Manuel Zelaya en 2009, porque detrás de la imposición de Hernández están las mismas fuerzas que entonces quebraron la democracia en Honduras y que son los mismos que conspiran contra Venezuela, Bolivia y cualquier país donde el poder pase a las manos del pueblo y sea éste quien decida el modelo de organización política, social y económica que más le convenga. FIN