Continúa incertidumbre electoral en Honduras

Editado por Jessica Arroyo Malvarez
2017-12-11 08:18:39

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A pesar de las insistentes denuncias insisten en atribuir la victoria al actual jefe de Estado, Juan Orlando Hernández. Foto: Archivo

Por Guillermo Alvarado

El Tribunal Supremo Electoral, TSE, de Honduras, insiste en atribuir la victoria en las elecciones presidenciales de hace dos semanas al actual jefe de Estado, Juan Orlando Hernández, a pesar de las insistentes denuncias de partidos opositores y organizaciones sociales de que hubo un abultado fraude en los comicios para favorecer la reelección del gobernante.

Más aún, luego de la revisión de cuatro mil 753 actas la diferencia a favor del candidato del Partido Nacional creció inusitadamente para llegar hasta el 50.11 por ciento, ante el 31.54 atribuido a Salvador Nasralla, de la coalición opositora. Antes de dicho recuento la distancia entre ambos candidatos era de menos de dos puntos y y ahora es de 18.57.

O quienes hicieron el primer escrutinio no sabían contar, o los votos a favor de Hernández se multiplicaron como bacterias en estos 15 días. En todo caso hay suficientes razones que apoyan la decisión de Nasralla de no reconocer los resultados y reclamar la intervención de la comunidad internacional para repetir los comicios.

Otra cosa que llama la atención fue la presencia durante la revisión de las actas de la encargada de negocios de la embajada de Estados Unidos en Honduras, la señora Heydi Fulton, quien al parecer está muy interesada, bueno, no ella sino sus empleadores, en garantizar la victoria de “su” candidato, es decir Orlando Hernández, quien favorece la presencia estadounidense en el país centroamericano, de manera particular de sus militares y sus grandes corporaciones transnacionales.

Honduras siempre ha tenido una importancia estratégica de grandes dimensiones para la política de Washington hacia nuestra región. La base militar Juan Soto Cano, ubicada en el territorio de Palmerola, es el tercer punto en importancia militar y de inteligencia para Estados Unidos en toda América Latina desde 1981, cuando el presidente Ronald Reagan ordenó su instalación.

Desde allí el coronel Oliver North coordinó las operaciones contra los movimientos de liberación centroamericanos, sobre todo la guerra sucia contra la Nicaragua Sandinista, que se tradujo en miles de asesinatos, heridos, desaparecidos y torturados.

Cuando fue necesario, North traficó con drogas para financiar las armas utilizadas por los contrarrevolucionarios nicaragüenses, con la ayuda del terrorista Luis Posada Carriles quien contaba con una oficina dentro de esa base.

Por cierto, cuando en 1990 Posada Carriles fue atacado a tiros en Guatemala y resultó gravemente herido, un asistente suyo salvadoreño lo sacó en una avioneta y lo llevó a Palmerola, donde recibió atención médica estadounidense y le salvaron la vida.

En Soto Cano radican cientos de efectivos estadounidenses aglutinados en la “Fuerza de Tarea Conjunta Bravo”, compuesta por miembros del ejército, la fuerza aérea, fuerzas de seguridad conjuntas y el batallón-regimiento número 228 de la aviación.

Si acaso se preguntan ustedes que hacía la señora Fulton en el recuento de votos para garantizar una victoria y la reelección de Juan Orlando Hernández, creo que está bien clara la respuesta.



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