Por: Roberto Morejón
El esplendor productivo de Alemania no beneficia a decenas de miles de nacionales, inmigrantes y refugiados deseosos de encontrar vivienda, además de empleo.
Si bien la atención de la prensa recae sobre los oriundos del Medio Oriente, a Alemania también llegan muchas personas de Europa del este amparadas en el derecho a la libre circulación.
Su situación es lamentable porque a pesar de que los empresarios alemanes buscan mano de obra en la salud, hotelería e infraestructuras, los extranjeros se exponen a prejuicios y xenofobia.
Muchos recién llegados de los otrora países socialistas que después de incansables sondeos consiguen empleo, entonces fracasan en la búsqueda de un techo donde cobijarse, porque la falta de viviendas con alquileres asequibles.
Es así que aumenta el número de los inmigrantes del este europeo que con temperaturas cálidas se guarecen bajo puentes y en edificaciones deshabitadas mientras en el crudo invierno acuden a las organizaciones humanitarias.
Este tipo de forasteros aumenta en las calles de Berlín hasta un número de entre 3 mil y 10 mil, aunque se carece de cifras oficiales.
Tal vez el limbo estadístico contribuya a pulverizar sus esperanzas de encontrar apartamentos, NO obstante se niegan a regresar a su tierra natal donde, afirman, tendrían más dificultades.
A los procedentes de Europa Oriental se suman 1,3 millones de solicitantes de asilo de Oriente Medio y Asia.
Con su arribo como parte de la política de las llamadas puertas abiertas de la canciller Angela Merkel, algunos sectores encontraron la supuesta justificación para la poca disponibilidad de viviendas sociales en Alemania.
Analistas objetivos insisten en que si bien esa es una de las causas, está lejos de ser la principal, pues existe una dimensión económica nacional.
Según Werena Rosenke, subdirectora de la Asociación Federal para las Personas sin Hogar, “la falta de una política de vivienda en Alemania y del combate de la pobreza constituyen la base estructural de la problemática”.
Ciertamente, en mil 990 había en Alemania casi tres millones de viviendas más simples con precios y alquileres modestos y 2017 cerró con poco más de un millón y la tendencia prosigue a la baja.
Cumplir uno de los sueños de cualquier individuo, disponer de una vivienda, se transforma en Alemania en una contrariedad si se tienen bajos ingresos.
El asunto se vuelve insolvente para inmigrantes y refugiados en un país que en 2016 registró 860 mil personas sin hogar, incluyendo a los nacidos en Alemania.
Para estos últimos al menos la tarea de encontrar alojamiento será menos escabrosa que para los inmigrantes y refugiados por exponerse a un clima de rechazo promovido por sectores conservadores.