Por María Josefina Arce
A medida que se acerca el día 27, fecha en que deberá tomar posesión el presidente electo de Honduras, el ambiente de por sí tenso desde las elecciones generales de noviembre pasado, se ha ido caldeando cada vez más.
Este fin de semana los hondureños intensificaron sus protestas en contra de la asunción para un segundo mandato del conservador Juan Orlando Hernández, quien de acuerdo con los resultados electorales, rechazados por la mayoría de los ciudadanos, se impuso a su principal rival Salvador Nasralla.
Los manifestantes, convocados por la Alianza de Oposición contra la Dictadura, en el marco de la denuncia de fraude electoral, cerraron varias vías de comunicación con vehículos, piedras y neumáticos quemados.
Fuerzas antidisturbios y militares reprimieron violentamente a los manifestantes, contra quienes lanzaron gas lacrimógeno. Durante las protestas un civil murió y otros resultaron heridos.
Organismos de derechos humanos afirman que más de 30 manifestantes han fallecido durante las protestas desde las controvertidas elecciones del 26 de noviembre.
Lo cierto es que los hondureños no han dejado de manifestar su inconformidad con los resultados oficiales de los comicios, un proceso que estuvo marcado desde un inicio por evidentes irregularidades.
No olvidemos que el actual jefe de Estado, Juan Orlando Hernández, sustituyó a varios magistrados para conseguir que la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia autorizara su presentación como candidato.
Hernández, quien se mantuvo al frente de la presidencia durante la campaña electoral, tuvo que recurrir a esta artimaña pues la Constitución del país centroamericano prohíbe la reelección presidencial.
Así las cosas una vez efectuada la votación, el conteo se alargó días y días, sin que el Tribunal Supremo Electoral diera a conocer los resultados, una situación bastante sospechosa para muchos en la nación.
Cuando finalmente, 20 días después, se dio la información, la mayoría de la ciudadanía calificó de fraudulentos los comicios. De hecho las irregularidades fueron tantas que la propia OEA, Organización de Estados Americanos, llamó a efectuar nuevamente los comicios.
Pero el gobierno y el Tribunal Supremo Electoral rechazaron esa posibilidad y ahora Juan Carlos Hernández, del Partido Nacional, se apresta a asumir para un segundo mandato, en una ceremonia que, según apuntaron las autoridades, no contará como es habitual con la presencia de dignatarios de otros países.
Al parecer el gobierno no quiere que los jefes de estado o de gobierno constaten in situ el rechazo que provoca en la sociedad hondureña el hecho de que Hernández cumpla un segundo mandato al frente de la presidencia de un país, que desde el golpe de estado en 2009 contra Manuel Zelaya, escogido democráticamente en las urnas, solo ha visto empeorar sus condiciones de vida.
Con sesenta por ciento de la población viviendo en la pobreza, Honduras reclama un cambio y el hecho es que Juan Carlos Hernández no ha hecho nada por darle un nuevo rumbo a la nación centroamericana.
Veremos que pasa el venidero sábado, pues Nasralla también ha manifestado que asumirá la presidencia y se han convocado a nuevas protestas. Lo que si se puede prever es que sin dudas, será una jornada bastante tensa.