Por Roberto Morejón
Por múltiples vías expresaron su fervor y respeto los cubanos en el aniversario 165 del natalicio de José Martí, cuyo legado es una fuente de enriquecimiento espiritual.
Con las llamadas paradas en los municipios dedicadas a los niños, foros de la Federación Estudiantil Universitaria y su patrocinio junto al gobierno de la Marcha de las Antorchas así como con la inauguración de la réplica de una estatua ecuestre del Apóstol, los cubanos participaron de una forma u otra en el homenaje.
Desde semanas anteriores aumentaron en escuelas y los órganos de difusión masiva los espacios para repasar la vida corta pero enjundiosa del Maestro y su obra política y literaria.
Resulta hermoso ver a un pueblo volcado sin esquemas al reconocimiento de una figura de talla universal, artífice de las más genuinas ansias libertarias, anticolonialista y antimperialista por convicción y esfuerzo personales.
Cuando el pasado día 27 las noches de las principales ciudades se iluminaron con las antorchas portadas por adolescentes, jóvenes y pueblo en general como distinción al Apóstol, se manifestó en Cuba la plena vigencia del ideario martiano.
No por casualidad cada 27 de enero aquí en La Habana se reedita la Marcha desde la escalinata de acceso a la Universidad hasta la Fragua Martiana, donde otrora se localizaban unas canteras en las que el joven José sufriera apremios físicos.
Sesenta y cinco años atrás, en el mismo escenario, valientes ciudadanos que integraron la Generación del Centenario de José Martí esperaron el aniversario del natalicio del autor de Los Versos Sencillos decididos a que NO murieran sus ideas.
Entre los que desfilaron sobresalió el joven Fidel Castro en desafío al régimen de Fulgencio Batista, empeñado en circunscribir los homenajes a Martí a sus destrezas intelectuales y NO a sus afanes librepensadores.
Se concretaba entonces otra expresión de la continuidad del proceso independentista cubano iniciado en mil 868 y concluido en mil 959.
Los jóvenes de hoy tienen participación determinante en las deferencias hacia Martí cuando han sido convocados a ocupar con compromiso las nuevas tareas y responsabilidades del país.
Los más lozanos en edad deben aprender mucho de los valores universales defendidos por el Héroe como el decoro, honestidad, decencia, solidaridad con el prójimo, respeto a los ancianos, cortesía, buen decir y altruismo.
Con el legado de Martí estudiado, las nuevas generaciones tienen un respaldo para tratar de cumplir su misión de preservar y cultivar lo que hace fuerte al pueblo cubano.