Por María Josefina Arce.
Injerencista, peligrosa y como un recordatorio de que para Estados Unidos sigue siendo América Latina su patio trasero, puede calificarse la gira que realiza actualmente por varios países de la región el secretario norteamericano de Estado, Rex Tillerson.
Aunque Venezuela por supuesto, no figura en la lista de naciones a visitar, precisamente sobre el estado sudamericano gira el periplo del funcionario norteamericano, que no esconde las intenciones de Washington de ganar aliados en sus intentos de promover la desestabilización en territorio venezolano para lograr el derrocamiento del presidente Nicolás Maduro, elegido democráticamente en las urnas por el pueblo.
Recordemos que los ataques de Estados Unidos contra Caracas incluyen sanciones, agresiones, el fomento de golpes militares, y desconocimiento de instituciones legítimas. El vecino del norte apuntala a la oposición en sus acciones violentas contra la Revolución Bolivariana, que han dejado decenas de muertos y numerosos heridos entre la población civil.
Ahora Tillerson ha llegado incluso a decir abiertamente que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana podía convertirse en un "agente de cambio" en el país sudamericano, sugiriendo que los militares podían intervenir en los asuntos políticos del país.
Unas declaraciones sumamente peligrosas, pues como bien advirtió el ministro venezolano de Defensa, Vladimir Padrino, "Hoy la agresión es contra Venezuela pero sería factible en cualquier momento niveles de intervención del gobierno norteamericano contra cualquier gobierno".
La realidad es que la administración del presidente Donald Trump también ha vuelto al pasado en sus relaciones con América Latina, y está deseoso de incentivar la tristemente célebre Doctrina Monroe, conocida principalmente por la frase de “América para los americanos” y que marcaría el desarrollo de las relaciones internacionales en dicha región desde que fuese formulada en 1823 hasta nuestros días.
Todos sabemos que a través de esa política exterior adoptada por Estados Unidos con respecto a Latinoamerica, han sido saqueados los recursos naturales del área, invadidos los mercados con productos estadounidenses, mientras los pueblos se sumían cada vez más en la pobreza, a tiempo que se han promovido golpes de estado.
Fue y sigue siendo la Doctrina Monroe una abierta injerencia y colonización del continente americano por Estados Unidos que ve con preocupación como la región ya no sigue ciegamente sus preceptos, y muchos gobiernos como los de Venezuela y Cuba no aceptan ni chantajes, ni imposiciones de ningún tipo.
Pero es además una manera de frenar la diversificación de las relaciones de los países latinoamericanos y caribeños con otros estados como Rusia, China e Irán, con los que se han firmado importantes acuerdos para beneficio mutuo.
México, Argentina, Perú, Colombia y Jamaica son las naciones incluidas en el viaje de Tillerson a la región y que ha motivado un fuerte rechazo en la sociedad civil. Organizaciones sociales señalan que la gira del funcionario norteamericano tiene como fin controlar con los gobiernos afines a Washington las acciones para continuar asfixiando a Venezuela.
Alertas hay que estar pues, como bien denuncia la cancillería cubana la postura de Tillerson es una instigación al “cambio de régimen”, que han cobrado millones de víctimas inocentes en varias partes del mundo y promovido la violencia, la guerra, las crisis humanitarias y la inestabilidad, demostrando su fracaso.
Pero es además una muestra total de ignorancia. El gobierno del presidente Maduro, que siempre ha insistido en la necesidad del diálogo, se ha sentado a la mesa de conversaciones con la oposición para resolver los problemas del país y ha convocado además, a elecciones generales para el primer cuatrimestre de este año, en una abierta demostración de soberanía, transparencia y compromiso con su pueblo.