Por: Guillermo Alvarado
En un mundo enrarecido por las declaraciones tóxicas del presidente de Estados Unidos, el magnate Donald Trump, y sus fanáticos seguidores, quedan aún millones de personas que se esfuerzan este 14 de febrero por hacer una muestra de afecto, de buena voluntad, de amor y amistad, que vienen siendo casi lo mismo, y que nos ayudan a encontrar razones para continuar la terca lucha por un futuro mejor.
No resulta fácil, sobre todo cuando se ve cómo desde la cúpula del poder en la primera potencia económica y militar se destila cada día odio, desprecio y amenazas hacia lo que es distinto o desconocido, lo que viene del sur y que el norte percibe como un peligro y no como una oportunidad.
Así, mientras millones de latinos celebramos este día porque creemos en la bondad natural del ser humano, en el frío norte crecen y se multiplican los sentimientos negativos, cuya mayor expresión es en estos tiempos la intención de construir un muro para separarnos definitivamente.
Olvidan el señor Trump y sus aliados, entre ellos el primer ministro sionista Benjamín Netanyahu, otro fanático de las murallas, que estas barreras no son una demostración de poder, sino de miedo.
El emperador Adriano no levantó hace más de dos mil años su famoso muro en la isla de Britania porque se sintiera seguro, sino por el temor a los pueblos guerreros del norte, los Pictos, que a la postre le pasaron por encima. Las potencias que en la historia se encerraron, murieron ahogadas dentro de sus propias fronteras.
Las murallas huelen a oscuridad, a encierro, a temor y a cosas viejas, nada que ver con la luz que irradian el cariño, la bondad y el afecto. Según la tradición, nadie tiene tanto amor, que aquel que da la vida por los demás, y de eso nosotros tenemos valiosos ejemplos.
Uno de ellos, José Martí, que vivió y murió por la patria, es decir por sus semejantes, nos legó una sentencia fulminante:
Que se marque al que no ame, para que la pena lo convierta.
El Guerrillero Heroico, Ernesto Che Guevara, afirmó en su libro “El socialismo y el hombre nuevo” lo siguiente:
"Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor."
En estos tiempos de Trump, quien como nuevo Saurón, el personaje maligno de la saga del Señor de los Anillos de John Ronald Tolkien, vive obcecado por sumir en el odio y la oscuridad al mundo, resulta muy a propósito recordar aquella otra frase martiana, de que los hombres vienen en dos tandas, los que aman y fundan y los que odian y destruyen.
Nosotros tenemos todas las razones del mundo para amar y para fundar, creemos firmemente que el camino a la felicidad está en conseguir el bien mayor posible para nuestros semejantes, nos regocijamos con todas las cosas bonitas que la vida nos pone a cada vuelta del camino y vivimos en paz en medio del combate.
Allá aquellos que, insistiendo en Martí, en lugar de disfrutar la luz del sol, prefieren quedarse con las manchas de su superficie. Buen día del amor, la amistad y el cariño.