Por: Guillermo Alvarado
En medio de la creciente hostilidad de las potencias occidentales, encabezadas por Estados Unidos y el Reino Unido, los ciudadanos de la Federación Rusa demostraron confianza en sus líderes al reelegir este domingo a Vladimir Putin como presidente por seis años más con un contundente 76,6 por ciento de los votos válidos.
Tal resultado fue considerado histórico porque supera por más de diez puntos al obtenido por el jefe de Estado ruso en 2012 y es el más elevado desde que asumió el cargo hace 18 años.
A pesar de los llamados a la abstención de algunos opositores, la asistencia a las urnas fue de casi el 60 por ciento, superior a la prevista por los sondeos y que numerosos observadores calificaron como una muestra del respaldo a Putin.
Las razones para esta victoria son varias y entre ellas figura la labor del actual gobierno para devolver a Rusia su papel y prestigio en la comunidad internacional, luego del desastre de la disolución del campo socialista y los años difíciles de la presidencia de Boris Yeltsin.
Cuanto parecía que el país euro-asiático caía en picada, Vladimir Putin y sus colaboradores consiguieron restablecer el rumbo y resolver paulatinamente algunos de los problemas más urgentes a nivel social y económico.
Desde el año 2000 hasta la actualidad consiguió bajar la pobreza en más de la mitad, En aquella fecha había 42 millones de rusos en esa condición y en estos momentos el flagelo alcanza a 20 millones.
Según datos del Banco Mundial, institución a la que para nada se le puede considerar pro-rusa, el desempleo cayó en ese período de 10,6 a 5,3 por ciento y la expectativa de vida subió de 65,6 años a 71.
Los esfuerzos del gobierno por brindar mayor bienestar a la población se mantienen a pesar de la caída de los precios del petróleo en el mercado mundial y las absurdas y arbitrarias sanciones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea, sobre todo después de la reincorporación de Crimea al territorio nacional ruso.
En la arena internacional Moscú recuperó un gran prestigio y hoy día su papel es clave para garantizar el equilibrio en cuestiones delicadas, como la paz en la Península de Corea, los conflictos en el Oriente Medio y la solución política a la agresión que sufre Siria donde, por cierto, el ejército ruso jugó un papel determinante para frenar a las bandas extremistas, armadas y financiadas desde el exterior.
Uno de los últimos embates contra la Federación Rusa lo encabeza Londres, que intenta responsabilizarla por el atentado con un gas tóxico contra el doble agente Serguéi Skripal y de su hija, ocurrido en Inglaterra.
Al respecto, este lunes el vocero del Kremlin, Dmitri Peskov, dijo que el gobierno británico debe dejar de hacer simples acusaciones sin fundamento y presentar pruebas o pedir disculpas a Rusia.
Multiples son los retos que debe enfrentar el gobierno de Vladimir Putin en los próximos seis años, pero no cabe duda que un buen comienzo es saber que cuenta con el apoyo de casi todos los sectores sociales de su país, algo de lo que muchos que lo atacan no pueden presumir en lo absoluto.