Por María Josefina Arce (RHC)
Cuando la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump ha marcado un viraje a los tiempos de la guerra fría en las relaciones de Estados Unidos con Cuba, los pueblos de las dos naciones no se amilanan ante los obstáculos y se mantienen firmes en su empeño de mantener y fortalecer los nexos de colaboración.
Barreras idiomáticas, generacionales, raciales y religiosas son derribadas por la cultura, que en sus distintas manifestaciones une a los pueblos y crea vínculos emocionales y de fraternidad. Por eso el Festival Artes de Cuba, que tendrá lugar en mayo en Washington D.C será un puente de paz entre cubanos y norteamericanos.
Permitirá reafirmar el interés y el deseo de los ciudadanos de ambos países de trabajar por continuar forjando una nueva relación, que ahora bajo la presidencia de Trump ha estado marcada por un retroceso en todo lo alcanzado.
Como una contribución a la paz y a la mejoría en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, definió el viceministro de Cultura, Fernando Rojas, a la cita, que tendrá como sede del ocho de mayo al tres de junio el Centro Kennedy de Washington D.C.
Unos 400 artistas conformarán la delegación cubana, la representación de artistas del país caribeño más numerosa que ha participado jamás en eventos en la nación norteña.
En el Festival “Desde la isla para el mundo” estará presente lo más auténtico de la cultura cubana, con representantes de la danza, música, teatro, las artes plásticas y el cine.
El evento será también un abierto desafío al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos contra Cuba durante más de medio siglo y que Trump ha recrudecido desde que asumiera la presidencia en enero de 2017.
Aunque se mantienen sobre el papel la veintena de acuerdos suscritos por Cuba y Estados Unidos, estos se ven seriamente afectados por las disposiciones del actual primer mandatario norteamericano encaminadas a recrudecer el cerco, rechazado cada año en la ONU por la comunidad internacional.
Una unilateral medida que también es criticada por gran parte de la sociedad estadounidense. Encuestas de opinión arrojan que un 76 por ciento de los norteamericanos es contrario a esa política hostil, que los dos países habían intentado superar a partir del 17 de diciembre del 2014.
En noviembre pasado entraron en vigor nuevas medidas que dañan a los ciudadanos estadounidenses, cuyo derecho a viajar al único país en el mundo que no pueden visitar libremente, se ve más restringido aún, pues el presidente instruyó el fin de los contactos pueblo a pueblo individuales, que permitían a los norteamericanos viajar a Cuba por su cuenta, sin necesitar el auspicio de una organización.
Serias dificultades han tenido que enfrentar los organizadores del encuentro como la obtención de visas, ya que la administración Trump decidió la retirada de diplomáticos estadounidenses de la Mayor de las Antillas, utilizando como pretexto supuestos incidentes de salud sufridos por funcionarios norteamericanos en esta capital y calificados de ataques sónicos por sectores dispuestos a afectar las relaciones bilaterales.
Pero los pueblos de las dos naciones están empeñados en demostrar su deseo de un mejoramiento de las relaciones bilaterales y en ese contexto, el Festival Artes de Cuba, como afirman sus organizadores, es una expresión de los anhelos de paz de todos los seres humanos de buena voluntad y en particular, de los cubanos y los norteamericanos.