Por: Roberto Morejón
El periodista y politólogo Carlos Alvarado deberá apelar a los bríos de su juventud para afrontar como próximo presidente de Costa Rica los problemas heredados, ausentes de la campaña proselitista.
Ganador de la segunda vuelta electoral en Costa Rica con una ventaja imprevista, Carlos Alvarado, del gubernamental Partido Acción Ciudadana, derrotó ampliamente a su contrincante Fabricio Alvarado, ambos del mismo apellido aunque NO son parientes.
De 38 años, Carlos Alvarado se convirtió en el más joven presidente electo de Costa Rica tras convencer a los votantes de la conveniencia de darle la espalda al discurso conservador del misionero evangélico Fabricio Alvarado, del Partido Restauración Nacional.
Sin embargo, Costa Rica NO está polarizada solamente entre creyentes conservadores y sus contrincantes presuntamente liberales. Numerosos costarricenses exigen a los políticos preocuparse por problemas económicos y sociales usualmente esquivados y a los cuales deberá prestarle atención el próximo presidente.
Conocida por avances inversionistas en energía limpia, educación y ecoturismo, Costa Rica es presentada como un supuesto paraíso, aunque el presidente saliente, Luis Guillermo Solís, tuvo la franqueza de reconocer el grave desbalance presupuestario que amenaza el financiamiento de gastos públicos.
En efecto, Costa Rica tiene un déficit fiscal de 6,2%, atraviesa por un letargo en materia de infraestructura y el desempleo llegó a 9%. Igualmente los ciudadanos sufren inseguridad porque la tasa de homicidios está por encima de 12 por cada 100 mil personas, 52% de los hechos se atribuyen al narcotráfico y 70% son cometidos por personas menores de 30 años.
La llamada Suiza de Centroamérica presenta además agudos niveles de desigualdad tanto de género como de ingresos. En 2016, el ingreso del 20% más rico de la población de Costa Rica era 19 veces más alto que el del 20% más pobre.
Se entiende entonces la progresiva desafección política, sobre todo juvenil, y el aumento de las demandas de acciones más inclusivas, necesidad de la que parece hacerse eco el presidente electo Carlos Alvarado.
En esa sintonía, el Jefe de Estado seleccionado en las urnas escogió como vicepresidenta a Epsy Campbell, convertida en la primera mujer afrodescendiente en ocupar ese cargo en Costa Rica.
Además llamó a las siete bancadas que conformarán el próximo congreso a presentar propuestas para sumarse a la dirección de ministerios.
Según sus palabras, su gobierno comprende la necesidad imperiosa de trabajar y resolver muchos problemas.
Costa Rica necesita de líderes con mayor dosis de realismo y está por ver si Carlos Alvarado cumple ese cometido.