Por: Roberto Morejón
Las cumbres de las Américas constituyen un escenario poco efectivo para coordinar estrategias favorables a los intereses genuinos de Nuestra América, pero Cuba acude para exponer su realidad y solidarizarse con las causas justas.
Después de que Estados Unidos NO invitara al gobierno revolucionario a la primera de esas citas celebrada en Miami en mil 994, a la postre se impuso una corriente favorable a la suma de Cuba a esos encuentros, como ocurrió en Panamá en 2015.
Quedaban en el camino presiones y chantajes de las administraciones del país norteño para frenar la concurrencia de representaciones del gobierno y la sociedad civil de Cuba.
La mayor de las Antillas regresa a este tipo de foros, programado ahora en Lima, la capital de Perú, cuando se escuchan aullidos de la ultraderecha en Miami para que los organizadores desistan de invitar al gobierno cubano.
Incluso frenéticos mercaderes de la contrarrevolución anunciaron su viaje a Lima, con el propósito de mellar el prestigio del proyecto de justicia social vigente en el archipiélago caribeño.
La conspiración de esos sujetos NO quita el sueño a los cubanos de aquí. Jóvenes, mujeres, profesionales y trabajadores por cuenta propia de la verdadera y legalizada sociedad civil ya se desplazaron a Lima para asistir a foros paralelos de la Cumbre de las Américas.
Ellos enarbolarán con energía y respeto sus puntos de vistas y rechazarán cualquier provocación de los promotores del odio.
La convocatoria a la reunión de Lima será propicia para impugnar la intolerable decisión del ex presidente peruano Pedro Pablo Kuczynski de retirarle la invitación al gobierno de Venezuela.
Poco después de tomar esa absurda determinación, el entonces Jefe de Estado se vio obligado a dimitir ante las imputaciones por actos ilícitos.
Curiosamente, la octava Cumbre de las Américas en Lima abordará como eje central la gobernabilidad democrática frente a la corrupción. Sin explicaciones, el sustituto de Kuczynski, Martín Vizcarra, ratificó la negativa a invitar al presidente venezolano, Nicolás Maduro, por lo que la Cumbre de las Américas vuelve a invocar una de sus herramientas predilectas, la exclusión.
Sin dudas, gobiernos de derecha de América Latina y la administración estadounidense de Donald Trump que rescató la repudiada doctrina Monroe, intentan politizar una cumbre con fuerte acento neocolonizador.
Países como Cuba, Bolivia, Nicaragua, entre otros, defenderán el derecho de los pueblos a dotarse de los modelos político-sociales de su elección, en rechazo a la imposición de un solo patrón.
La Cumbre de las Américas anticipa un fuerte intercambio de ideas al que los cubanos aportarán dignamente su verdad.