Por: Roberto Morejón
Cuba se enorgullece de su larga y combativa tradición obrera, cuyas expresiones abiertas tuvieron lugar después del triunfo revolucionario de 1959, aunque desde mil 890 se concretaron acciones militantes.
La declaración del 1 de mayo como “Día Internacional de los Trabajadores” tuvo su origen en las manifestaciones obreras en la ciudad de Chicago en mil 886, en reclamo de la jornada de 8 horas.
La policía estadounidense reprimió la demostración con el saldo de muertos y heridos, hecho brutal descrito por el Héroe Nacional José Martí como corresponsal de prensa.
En el periódico argentino La Nación escribió en mil 887 en referencia a Estados Unidos: “Esta república, por el culto desmedido a la riqueza, ha caído (…) en la desigualdad, injusticia y violencia de los países monárquicos”.
El origen de lo que después pasó a ser fiesta obrera mundial estuvo en el Congreso Internacional Socialista realizado en París, en 1889, cuando se acordó convertir el día inicial de mayo en homenaje a los trabajadores.
Si bien Cuba sufría el coloniaje español, grupos de trabajadores estuvieron al tanto de los sucesos de Chicago y los acuerdos del congreso parisino.
En consecuencia, cerca de 3 mil obreros se congregaron en La Habana en 1890 para festejar el primero de mayo. Cuba y Argentina se convertían así en los primeros países de América Latina en celebrar el Día Internacional de los Trabajadores.
Un movimiento obrero en ciernes como el cubano tenía poca capacidad organizativa, pero evocó la fecha hasta mil 894, poco antes del inicio de la segunda guerra de independencia contra la metrópoli española.
En las primeras décadas del siglo XX se reportaron en Cuba varios actos por la efeméride, en especial después del triunfo de la Revolución Rusa de mil 917.
La primera celebración a cargo de la Confederación de Trabajadores de Cuba tuvo lugar en 1939, tres meses antes de su congreso constitutivo, y fue el fruto de un arduo proceso unitario, con Lázaro Peña entre los más destacados líderes. Si bien el carácter unitario de las celebraciones se extendió hasta 1947, después el divisionismo hizo estragos.
Con el triunfo de la Revolución, el Primero de Mayo se convirtió en fiesta de un pueblo trabajador al que se sumaron campesinos, estudiantes y combatientes del glorioso Ejército Rebelde.
Como nunca antes la unidad se reflejaba en los masivos desfiles, encabezados por los máximos dirigentes de la Revolución, como el líder histórico Fidel Castro.
Ya NO se congregaban para demandar la jornada laboral de ocho horas y derecho a la seguridad social, pues su objetivo era respaldar el proyecto social y evocar sus conquistas, por las que muchos batallaron por décadas.