Villas miserias reclaman atención internacional

Editado por Maite González Martínez
2018-05-15 10:42:59

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Favelas de Rio de Janeiro. Foto/ World Atlas

Por: María Josefina Arce

Cuando se habla de Patrimonio de la Humanidad nos remontamos a lugares de relevancia cultural o natural con un valor universal excepcional. En la actualidad existen 1073 sitios en 167 naciones que ostentan esta categoría que otorga la UNESCO, Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

América Latina cuenta con varios de estos parajes de indiscutible belleza y riqueza natural y cultural como las Islas Galápagos, de Ecuador, el Centro histórico de la capital ecuatoriana, Quito, La Habana Vieja en la capital cubana, el Parque Nacional de los Glaciares, en Argentina, y la ciudad inca de Machu Pichu, en Perú.

Pero hay otros lugares que se han convertido en un elemento más del paisaje latinoamericano y que encierran tragedias diarias y un gran sentido por la supervivencia. Son además, una muestra de la gran desigualdad existente en la región.

No olvidemos que la CEPAL, Comisión Económica para América Latina y el Caribe, en su reciente trigésimo séptimo período de sesiones en La Habana afirmó que la región continúa siendo una de las más desiguales del mundo, a pesar de sus cuantiosos recursos naturales.

Las villas miserias, o favelas en Brasil y callampas en Chile rodean las grandes ciudades o capitales formando un cordón de pobreza, y donde millones de personas en precarias condiciones tratan de llegar al día siguiente.

Casas amontonadas, calles estrechas y una miseria que es palpable, estos asentamientos, en los que de acuerdo con las estadísticas, vive uno de cada cuatro latinoamericanos, son lugares catalogados como peligrosos y violentos por los grandes medios de comunicación que olvidan las raíces de esa pobreza.

Narcotraficantes y delincuentes, es así como presentan estos medios a los pobladores de esas comunidades, desvirtuadas por una imagen que solo retrata una parte de la realidad, pues de la dignidad de muchos de sus habitantes y del abandono gubernamental no se ocupan.

Por eso en busca de que el mundo se sensibilice ante la dramática situación en la que viven muchos, la organización TECHO Internacional junto a miembros de estas comunidades solicitaron a la UNESCO que los declare Patrimonio de la Humanidad.

'Les solicitamos que declaren a nuestros asentamientos como Patrimonio de la Humanidad, para conseguir que los ojos del mundo reconozcan la realidad que más de 104 millones de personas vivimos a diario, y se acerquen a trabajar con nosotros para superar esa desigualdad', planteó Mary Silveira, referente comunitaria de un asentamiento popular.

La iniciativa se enmarca en la campaña de la referida organización social, que trabaja junto con habitantes de más de 600 asentamientos populares en 19 países de América Latina.

'La violencia, desconfianza y desigualdad en Latinoamérica pone en particular riesgo la vida de las personas que residen en los asentamientos populares. Situaciones de desalojo forzoso, el golpe de fenómenos climáticos cada vez más fuertes y la discriminación son parte del presente de las comunidades más excluidas', afirmó Juan Pablo Duhalde, sociólogo y director de áreas sociales de TECHO Internacional.

Los pobladores de estos lugares solo quieren justicia, una vida digna, que el mundo conozca de su tragedia, pero también del trabajo que realizan en las villas miserias para no sucumbir ante la desigualdad. Y por eso, con decisión y también por qué no, con cierta indignación, han dado vida a proyectos que los elevan como seres humanos.



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