Por: María Josefina Arce
Luiz Inacio Lula Da Silva es el candidato del pueblo para las elecciones generales de octubre venidero y así lo confirman las constantes manifestaciones de apoyo al ex presidente y en contra de su encarcelamiento por supuestos cargos de corrupción, lo que muchos no dudan en calificar como una maniobra política de la derecha.
La realidad es que la oligarquía brasileña ha tratado de quitarse la amenaza que representa desde el punto de vista electoral Lula Da Silva, cuya pre candidatura sin embargo, fue presentada en las últimas horas por el Partido de los Trabajadores, y que recibió un amplio apoyo popular.
En unas 70 ciudades del gigante sudamericano se hizo sentir el respaldo con que cuenta entre la mayoría de la población el ex presidente, quien bajo sus dos mandatos trabajó por darle una vida más digna a los brasileños, sobre todo a los sectores más humildes.
De hecho cerca de 30 millones de brasileños salieron de la pobreza, mientras que se redujeron drásticamente los niveles de desnutrición, gracias a los programas sociales puestos en marcha por su gobierno.
Estos son logros reconocidos internacionalmente por gobiernos, personalidades y organismos internacionales, y que incluso sus detractores tienen que admitir.
La mayoría de los ciudadanos considera que Lula es la solución a los problemas que atraviesa el país suramericano, que hoy bajo la presidencia del golpista Michel Temer exhibe un alto índice de desempleo de 13, 1 por ciento, alzas constantes de los precios de los servicios básicos y recortes de los programas sociales.
La realidad es que millones de brasileños están volviendo a la pobreza y se ha ahondado la desigualdad.
No por gusto el ex primer mandatario de Brasil continúa a la cabeza de todas las encuestas de cara a las elecciones presidenciales de octubre, a pesar de haber sido condenado a 12 años y un mes de cárcel por supuestos delitos de corrupción pasiva.
El Tribunal Regional Federal de la Cuarta Región de Porto Alegre condenó a Lula por un supuesto caso de corrupción, sin pruebas contundentes de su culpabilidad. A raíz de este hecho Lula denunció en varias ocasiones persecución política en su contra, y se han realizado multitudinarias manifestaciones para exigir su libertad.
El expresidente, que cuando dejó el cargo tenía aprobación del 80 por ciento, continúa teniendo una alta aprobación entre los brasileños y las maniobras de la derecha no han podido dañar su imagen, ni restarle apoyo popular.
Sin embargo, hay que estar alerta, la oligarquía no se quedara tranquila y ya conocemos sus mecanismos. A la ex presidenta Dilma Rousseff, también del Partido de los Trabajadores, se la quitaron del camino mediante un golpe parlamentario.
Ahora si la derecha más conservadora se quiere mantener en el poder, tiene que sortear el escollo que representa Lula Da Slva.
Por eso, son muchos los que no descartan que se busque por todos los medios la inhabilitación del ex presidente para que no pueda presentarse a los comicios de octubre próximo.
Pero podemos estar seguro es que continuará el apoyo de los brasileños a Lula Da Silva, quien representó un cambio para Brasil, que emergió con menos pobres y una economía revitalizada.