Por:Guillermo Alvarado
En medio del escándalo por la separación de los hijos de los indocumentados en Estados Unidos, que forzó a Donald Trump a dar medio paso atrás, ahora es la Unión Europea la que se apresta a adoptar medidas más drásticas contra aquellos que intentan arribar a las costas del viejo continente en busca del esquivo sueño de una tierra de oportunidades.
Varios líderes del bloque continental celebrarán una mini cumbre este domingo con el objetivo de revisar un polémico proyecto anunciado por el Comisario Europeo de Migración, Dimitris Avramópulos, el cual consiste en buscar un punto de desembarco fuera del territorio continental donde concentrar a quienes intentan cruzar el mar Mediterráneo.
En este hipotético lugar, que podría estar en algún país del norte de África o los Balcanes, se separarían a quienes buscan emigrar por razones económicas, que serían forzados a volver a su país de origen, de aquellos que buscan asilo por razones políticas, las guerras y la violencia.
Sin ningún pudor, el proyecto indica adoptar medidas urgentes para distinguir entre los migrantes económicos de los que “necesitan protección internacional”, estableciendo así, de un solo plumazo, que los pobres están fuera de cualquier iniciativa de garantía humanitaria y no les queda más que olvidar sus sueños y volver a su miseria cotidiana.
Consciente de que el plan levantará ampollas, Avramópolus, se apresuró a decir que la Unión Europea no está buscando levantar un campo similar al que Estados Unidos creó en la base naval que usurpa en Guantánamo, aunque en mi criterio no hay ninguna diferencia entre ambos programas.
De lo que se discuta el domingo, cuando estarán, entre otros, los máximos dirigentes de Francia, Alemania, España, Italia, Grecia, Austria y Bulgaria, se preparará el borrador que sin duda alguna será tema central en la Cumbre Europea de Bruselas programada para el 28 y 29 de este mes.
Las cuestiones migratorias en el bloque continental subieron de temperatura cuando el nuevo gobierno de extrema derecha de Italia, encabezado por Guiseppe Conte, se negó a permitir el desembarco de más de 600 migrantes originarios del África subsahariana y los dejó varados en alta mar, hasta que España se ofreció a recibirlos de manera temporal para evitar una crisis humanitaria.
Aquí no se trata de levantar un muro al estilo de Trump, pero sí de establecer un centro de concentración lejos de Europa donde contar y seleccionar a los migrantes, como si de ganado se tratase.
La solución, todo el mundo lo sabe, no está en crear barreras del tipo que sean para contener a las masas humanas que desesperadamente huyen de la miseria, la violencia, las guerras y la muerte, sino de que los países ricos devuelvan al mundo pobre una parte de los recursos que durante siglos le han robado. Desaparezca la pobreza, y desaparecerá la migración masiva, algo tan fácil de decir y tan difícil de comprender para los poderosos.