Por Roberto Morejón (RHC)
Consorcios mediáticos al servicio de las tendencias más individualistas en el planeta dibujan las ediciones del Foro de Sao Paulo como un club de nostálgicos de la izquierda, en antagonismo al extendido capitalismo neoliberal.
Sin embargo, admiten a regañadientes que pese a sus lógicas diferencias, las agrupaciones progresistas, nacionalistas, ambientalistas y por la igualdad de género pueden articular una respuesta robusta a los desmanes de la derecha.
El vigesimocuarto Foro de Sao Paulo en La Habana se hace eco de las ideas de los fundadores, los líderes Fidel Castro, de Cuba, y Luiz Inacio Lula Da Silva, de Brasil, de reverdecer las tradiciones independentistas y a favor de la unidad.
Hoy, cuando políticos reaccionarios se confabulan con jueces corruptos para perseguir a guías notorios como Lula, Cristina Fernández y Rafael Correa, la capital cubana se brindó, una vez más, como ámbito oportuno para resistir la agresión imperialista.
Porque nadie debe olvidar que en el acoso a esos dirigentes influye una administración estadounidense con tintes racistas y xenófobos, en arremetida contra los procesos populares de Cuba, Venezuela y Nicaragua, entre otros.
Con respeto a los diversos enfoques, en La Habana puede afinarse una resistencia más homogénea, activa y eficaz frente a la ola derechista en la patria grande de Bolívar, San Martín, Martí y otros adalides.
Con una OEA vendida hoy más que nunca a Washington de la mano del renegado de la izquierda Luis Almagro, se puede vislumbrar en la actual edición del Foro de Sao Paulo una concertación de ideas favorable a la lucha por la liberación de Lula.
Igualmente se pueden trazar empujes solidarios con los gobiernos constitucionales de Venezuela y Nicaragua, y por el cese del colonialismo en Puerto Rico, el bloqueo contra Cuba y la devolución de la base naval de Guantánamo, en poder de Estados Unidos.
Las cúpulas de las más desgastadas agrupaciones políticas del subcontinente, las oligarquías y grandes empresarios junto a la prensa controlada por clanes privados, atacan las raíces del proceso de liberación de Nuestra América.
Borrar confusiones en cuanto a ese asalto y comprender las maniobras sinuosas detrás de golpes de estado, trampas legales y legislativas así como protestas violentas encubiertas con reclamos públicos, son misiones de hoy.
Desde La Habana abogan ahora por responder convenientemente desde cada humilde comuna, comarca o gran ciudad de América Latina y el Caribe a la carga derechista.
Cuba, receptora tradicional de solidaridad, aporta las facilidades de un país libre para que los movimientos honestos alcancen entendimientos y vean cuán fuertes pueden ser si se unen.