El confuso legado de Juan Manuel Santos

Editado por Lorena Viñas Rodríguez
2018-08-02 09:51:20

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El confuso legado de Juan Manuel Santos. Foto:Archivo.

Por: Guillermo Alvarado

El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, entregará el cargo a su sucesor, Ivan Duque, el próximo 7 de agosto y se vislumbra un legado polémico y lleno de claroscuros como resultado de sus dos administraciones, que se extendieron desde 2010 hasta 2018, período en el cual el país vivió momentos importantes.

Sin duda alguna al aún jefe de Estado le gustaría pasar a la historia como el hombre que puso fin a más de medio siglo de conflicto armado en la nación sudamericana, y cuenta con un casi olvidado Premio Nobel de la Paz para avalarlo, pero la realidad es que aún falta mucho para conseguir la tranquilidad y la reconciliación.

Es verdad que el gobierno de Santos trabajó codo a codo con las insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo, para adelantar las negociaciones que durante años tuvieron como sede a La Habana y desembocaron en la firma de un acuerdo en la ciudad de Cartagena de Indias.

Los tropiezos, sin embargo, comenzaron casi de inmediato y la consulta pública para avalar el pacto fue un sonado fracaso al imponerse el NO en el referendo.

Aunque los rebeldes cumplieron en lo medular sus compromisos, se concentraron en campamentos, hicieron dejación de sus armas y se constituyeron en partido político, la violencia es aún pan de cada día y así lo demuestran los más de 160 asesinatos de líderes sociales y comunitarios, o la violenta matanza ocurrida esta semana en el municipio de El Tarra, en el convulso Catatumbo.

Ni el silencio de las armas trajo la paz, ni todas las armas callaron en el país.

El gobierno de Santos es responsable al menos por omisión en esta tragedia, cuyo síntoma más visible fue el fracaso en pactar con la segunda fuerza guerrillera, el Ejército de Liberación Nacional, un cese del fuego bilateral en la que fue la última reunión en esta etapa del proceso.

En el terreno económico hubo un discreto repunte en los últimos años, pero no se aprovechó como debía el mercado petrolero para construir infraestructura que, por otra parte, fue frenada por el escándalo Odebrecht, que también sacudió a Colombia, junto a otros casos de corrupción y desvío de recursos.

Quizás el legado más luminoso de Santos haya estado en materia de Educación, gracias a programas como “De cero a siempre”, para escolarizar a la primera infancia, y otro para llevar a la universidad a jóvenes talentosos carentes de recursos.

El programa de erradicación de cultivos ilícitos naufragó y no cumplió las expectativas de decenas de miles de campesinos pobres. El ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, aceptó que en 2017, a pesar de la desmovilización de las FARC, la siembra de amapola creció en 23 por ciento respecto al período anterior.

Entre los lados más oscuros figura la incorporación de Colombia a la guerra sucia contra Venezuela y mantener en su territorio bases militares estadounidenses que cercenan la soberanía nacional y amenazan a toda la región; abrió, además, las puertas de su país a la militarista y peligrosa OTAN.

Santos dice que deja a Colombia sin la guerrilla más poderosa de la región, pero no puede demostrar que por eso consiguió la paz y la reconciliación, que seguirán siendo anhelos para las futuras generaciones.



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