Por M. H. Lagarde
Más que condenar la "violencia política" de los "incidentes" ocurridos en Caracas el pasado 4 de agosto -y que EE.UU. al parecer no quiere reconocer como un atentado terrorista contra la vida del presidente Maduro-, el Departamento de Estado se pronunció este viernes 17 de agosto contra la respuesta de Venezuela de "detener arbitrariamente a algunas personas y no seguir el debido proceso".
En un comunicado, la portavoz del departamento de Estado, Heather Nauert dijo que: “Además, ha habido violaciones de la inmunidad parlamentaria, que está protegida por la Constitución de Venezuela. Estados Unidos condena el presunto uso de la tortura para obtener confesiones”.
Por su parte la Cancillería venezolana rechazó tales pronunciamientos al asegurar que Washington “minimiza (…) la gravedad de los hechos y levanta falsas acusaciones contra los procesos judiciales venezolanos en abierto desconocimiento de nuestras leyes”.
El gobierno de Venezuela reiteró que el ataque con dos drones cargados de explosivos, cerca de la tarima donde Maduro daba un discurso durante un desfile militar, fue “planificado y ejecutado desde el territorio estadounidense”.
De acuerdo con la cancillería venezolana las "cínicas acusaciones de la Casa Blanca intentan "interferir una vez más en la política interna venezolana favoreciendo al grupo político que promueve la desestabilización y la violencia en el país.
Las últimas declaraciones del Departamento de Estado ignoran "la crónica de una muerte anunciada" del atentanto terrorista hecha varios días antes de los "sucesos" por un periodista de la Televisión de Miami.
Según el periodista, Jaime Bayly, de la cadena Mega TV, él había sido invitado a una reunión por poderosas personalidades de Washington, donde se le informó sobre el atentado que tendría lugar contra las principales figuras del gobierno venezolano.
Posteriormente Bayly ha reconocido ante las cámaras estar de acuerdo con el magnicidio y ha reiterado que apoyaría cualquier otro intento de ese tipo porque Maduro es un dictador, argumento este último que comparten altas figuras de la política estadounidense.
A pocos días del atentato la embajadora de Estados Unidos en la ONU, Nikki Haley, aseguró, durante una visita a la frontera colombiano-venezolana, que el mundo debería enterarse de que en Caracas había un dictador.
Ante tanto cinismo solo quedan tres posibles interpretaciones: O los funcionarios del Departamento de Estado no saben hablar español o la ciudad de Miami, donde se permite alentar al magnicidio y al terrorismo ante las cámaras de la televisión, es una República independiente, o, simplemente, como apuntó desde un inicio el gobierno de Caracas, el atentado fue planificado y ejecutado desde el territorio estadounidense.
(Tomado de Cubasí)