Por Guillermo Alvarado
Con la paridad monetaria del peso argentino en caída libre y con una economía al borde de la recesión, el presidente Mauricio Macri adoptó medidas desesperadas y emprendió un ajuste de las ya ajustadas políticas neoliberales que traerá serias consecuencias para una población ya al límite de la tolerancia.
Aunque el presidente decidió poner en venta parte de los 15 mil millones de dólares que ya le entregó el Fondo Monetario Internacional tras la firma de un acuerdo, todo le salió como el clásico tiro por la culata porque la divisa estadounidense en lugar de bajar, subió más. Fue entonces a jugarse el todo por el todo.
Con el confuso lenguaje que caracteriza a los tecnócratas neoliberales, Macri anunció el estado de emergencia monetaria, la supresión de 10 ministerios, entre ellos algunos vitales para los servicios a la población, el retorno a la aplicación de aranceles a las exportaciones y la lucha porque en 2019 el déficit fiscal llegue a cero.
Las hasta ahora carteras de Salud, Trabajo, Energía, Turismo, Ambiente, Ciencia, Cultura, Modernización y Agroindustria, pasarán a ser Secretarías de Estado, mientras el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, será también el de Economía.
No se trata nada más de un ajuste administrativo pues con la desaparición de los ministerios desaparecen también los presupuestos para numerosos proyectos, entre ellos, por ejemplo, los de atención a enfermedades de transmisión sexual y VIH y otros destinados a personas vulnerables y en riesgo.
En cuanto a las tarifas a las exportaciones, Macri abandona la promesa de campaña de eliminarlas, pues no le queda más remedio que buscar recursos para taponar el agujero fiscal, es decir la diferencia entre los gastos y los ingresos del Estado.
Las previsiones de este año respecto al déficit fracasaron, pero dijo Macri que a finales del 2019 se alcanzará el punto cero, lo que no explicó cómo lo hará porque esta es una pelea difícil ante la cual naufragaron economías más poderosas.
Lo único cierto es que hoy la población está peor que antes. La caída del peso hasta los 41 por un dólar estadounidense provoca un alza de los precios porque la mayoría de ellos están fijados en base a esa moneda, de manera particular los combustibles que suben sin parar.
Además el gobierno decidió subir las tasas de interés hasta el 60 por ciento, lo que representa un lazo al cuello de los deudores, entre ellos los poseedores de tarjetas de crédito que no tendrán como pagarle a los bancos.
En el ínterin, el ministro Dujovne fue enviado a Washington para solicitar al FMI la renegociación del crédito recién firmado y que se entregue de una vez el total del capital para contar con dinero fresco y enfrentar la devaluación. Este es un tema complejo que requiere un análisis por separado porque podría ser la lápida en la tumba del gobierno.
Así pues, con los principales indicadores en rojo, la economía al borde de la recesión, un creciente descontento social y las llamaradas de una cercana explosión, Macri cosecha los frutos del “cambio” que le prometió a su país.