Por: Guillermo Alvarado
Con motivo de cumplirse el décimo aniversario de la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers, dato que marcó el inicio de la crisis financiera global de 2008, algunos analistas han expresado su preocupación porque podría estar gestándose un nuevo desbarajuste mundial de graves consecuencias.
Curiosamente no se trata de los típicos agoreros sino de expertos con experiencia y mucho prestigio en el sistema capitalista, entre ellos Lakshman Achuthan, fundador del Instituto de Investigaciones de los Ciclos Económicos, quien advirtió que una desaceleración de la economía de Estados Unidos es inminente.
La génesis de las nuevas turbulencias podría estar precisamente en las medidas que se adoptaron para frenar la anterior, concretamente en la rebaja considerable de las tasas de interés que muchos bancos centrales llevaron hasta cero, además de volcar sobre los mercados grandes cantidades de dinero fresco.
La idea, que en esencia funcionó bien, fue que las empresas tuviesen capitales baratos para invertir y producir y las personas para consumir. La economía estadounidense conoció en los últimos años una importante reactivación, que por cierto Donald Trump se la atribuye para él, pero que fue el resultado de una estrategia trazada mucho antes de que llegase al cargo de presidente.
Pero con el remedio viene la enfermedad, porque esta prosperidad se compró al precio de un endeudamiento récord, no sólo de las empresas sino que también de las familias y gobiernos locales, hasta un límite que ya roza el peligro.
Itay Goldstein, profesor de finanzas en la Universidad de Pensilvania, dijo que hay una relación muy cercana entre el recalentamiento del mercado de créditos y una posterior recesión económica, en lo que coincide con Achuthan.
El problema es que ya el tiempo de las tasas baratas comienza a quedar atrás y en estos momentos hay un crecimiento de los intereses, lo que afecta a la ecuación producción-consumo. Es decir que las empresas bajan su ritmo de producción y ventas, al mismo tiempo que las personas compran menos para poder pagar los intereses de sus abultadas deudas.
Por otra parte, Marko Kolanovic el analista jefe del banco JP Morgan, advirtió que el origen de una nueva crisis financiera global está en un factor totalmente insospechado, como lo es la computarización total del mercado bursátil.
El análisis de Kolanovic, no carente de razón, se basa en que en la actualidad el 65 por ciento de las operaciones en la bolsa de valores de Estados Unidos ya no las toman personas, sino algoritmos digitales muy estrictos. En caso de incertidumbre están programados para venderlo todo en un instante, lo que podría contagiar con una especie de “pánico” a las demás computadoras, que también comenzarían a rematar todo lo que tienen a cualquier precio.
Podría parecer ciencia ficción, pero lamentablemente se acerca bastante a la realidad. En mi opinión la acumulación del crédito y la imposibilidad de pagar elevados intereses es en estos momentos el peligro más grande y no es mucho el tiempo que el sistema tiene para hacer las correcciones necesarias o quizás ni siquiera exista la voluntad de llevarlas a cabo. Ya veremos.