Haití golpeado de nuevo

Editado por Maite González Martínez
2018-10-09 08:04:14

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Foto/LaVanguardia

Por: Guillermo Alvarado

Una vez más fue la furia de la naturaleza la que hizo voltear la mirada de un mundo amnésico hacia el país más pobre del continente americano, Haití, que fue golpeado por un sismo de 5,9 grados que dejó al menos quince fallecidos, cientos de heridos y cuantiosos daños en la precaria infraestructura.

Haití comparte con República Dominicana la isla de La Española, la segunda más grande del Caribe después de Cuba, pero cuando un viajero cruza la frontera le parece que no son dos naciones, sino dos mundos totalmente diferentes los que habitan ese territorio, pues aunque ambos están enmarcados en el llamado tercer mundo, las diferencias son abismales.

La sede de la primera revolución de esclavos victoriosa en el mundo, parece vivir varios siglos atrás, sumida en una pobreza que no fue creada por sus habitantes sino por las potencias colonialistas de entonces, y las imperialistas de nuestros días.

Tras su independencia en 1804, fue sometida al pago de una injusta compensación a Francia, que se extendió hasta la II Guerra Mundial y es la causa de su escaso desarrollo, a lo que debe sumarse la corrupción de los gobernantes mimados por las antiguas metrópolis, como ocurrió con la dinastía de los Duvalier.

De Haití, los países ricos sólo se acordaban cuando había que deponer un gobierno, invadir o bloquear, saquear algunos de sus escasos recursos naturales o cuando ocurría uno de los comunes desastres que exasperan su miseria.

Pronto se cumplirán nueve años de uno de los más graves, el terremoto del 12 de enero de 2010, con una intensidad se 7,3 grados en la escala de Richter y que dejo 350 mil fallecidos demostrando que la miseria es la mejor aliada de la muerte.

Con la desgracia vinieron las luces de los reflectores, los discursos, las promesas, pero todo duró apenas un poco más de lo que tardan en enfriarse los titulares.

Una grave epidemia de cólera atrajo un poco más de atención hacia el empobrecido país, pero pronto la vida siguió igual. Solo permanecieron allí los médicos cubanos, que ya estaban antes del sismo y no se marcharon con los demás.

El nuevo temblor de este domingo los sorprendió junto a los haitianos y como en aquel enero de 2010 la ayuda comenzó a brindarse a los necesitados inmediatamente y más refuerzos llegaron en pocas horas.

En cuanto a la mayor parte del resto del mundo la indiferencia se mantiene hacia Haití, como ocurre también con el drama de los rohingyas, el holocausto palestino y la tragedia de los miles de inmigrantes que se aventuran a cruzar el Mediterráneo para chocar contra el muro de la xenofobia y el racismo.

Sucede que en el mundo de los desarrollados no hay lugar para las tragedias de los pequeños, que deben valerse por sus propios y escasos medios y de la solidaridad de algunos pueblos, con los cubanos como ejemplo y a la cabeza, que aprendieron que no se comparte lo que sobra, sino lo que se tiene.



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