Por: Roberto Morejón
Con solemnidad y tributo a los patricios merecedores de los máximos honores conmemoran los cubanos los 150 años del estallido de las gestas libertarias.
Con el alzamiento y la liberación de esclavos encabezados en Demajagua por el ilustre abogado bayamés Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de 1868, se concretó un día luminoso, porque comenzó la revolución cubana.
Al evocarse el centenario de aquella gloriosa fecha, el líder histórico Fidel Castro definió que en Cuba solo se concretó una revolución, la iniciada por Céspedes y que el pueblo llevó adelante en varias etapas hasta el triunfo de 1959.
La guerra de los 10 años de los mambises contra la metrópoli española, la contienda posterior comenzada en mil 895 y truncada por la intervención estadounidense y los actos heroicos de los luchadores obreros en la república mediatizada, fueron continuados en el terreno por los rebeldes de la Sierra Maestra.
Los gestores de las luchas de los siglos diecinueve y veinte se fijaron con mayores o menores alcances la independencia absoluta y la soberanía de la nación.
No por casualidad, Céspedes consagró entre los principios del alzamiento en el oriente en 1868 el derecho a ser libres e iguales, una idea retomada por Antonio Maceo, José Martí, Carlos Baliño, Julio Antonio Mella y Fidel Castro a lo largo de décadas.
Llamativamente, cuando en mil 953 los jueces que conocían de la causa abierta contra los asaltantes al cuartel Moncada preguntaron quién era el autor intelectual del ataque, Fidel Castro respondió resueltamente: ¡José Martí!.
Toda la justicia social para todos, sin fueros ni privilegios, sin discriminaciones incluso del color de la piel. Esa fue una bandera levantada hasta hoy, cuando prosigue la lucha, aunque desde otro frente, contra el cerco estadounidense y la pobreza.
Con increíbles sacrificios, los cubanos han combatido durante 150 años en los espacios político, diplomático, económico, social y hasta con las armas en la mano, en busca de su libertad y luego para preservarla.
El fervor de los mambises, líderes proletarios y barbudos de la Sierra Maestra se entronca hoy con el de las nuevas generaciones, porque en Cuba se registra una continuidad, y NO ruptura, del liderazgo histórico hacia otras figuras destacadas.
La unidad por la que lucharon Martí y Maceo, se impone como piedra angular de la presente etapa, cuando se recrudece el bloqueo estadounidense, y tanto Washington como la derecha latinoamericana tratan de ahogar los gobiernos progresistas.
Cuba requiere de un salto en la esfera económica para avanzar hacia la prosperidad y el desarrollo y también es cardinal la unidad para alcanzar esa aspiración.