Por: Guillermo Alvarado
El 12 de octubre de 1492 es una fecha nefasta para nuestro continente, un día de luto que marca el inicio de un proceso sangriento y devastador, como lo fue la invasión, conquista, saqueo y colonización de los pueblos que habitaban estas tierras, a manos de la soldadesca europea ávida de riquezas y poder.
Muchas desgracias vinieron a bordo de aquellas carabelas, tripuladas por presidiarios, soldados desempleados y aventureros, que fue la tropa que Cristóbal Colón pudo reunir para atravesar el océano en busca de sitios, que no eran estos precisamente.
Colón no nos descubrió, porque no estábamos perdidos. Este continente tenía nombre, Abya Yala, y sus pueblos disfrutaban de una identidad y cultura enraizadas con el paso de los siglos. Cuando los europeos envueltos en pieles corrían despavoridos por el rugido de los truenos y el relámpago, los mayas trazaban la órbita de Venus, sinusoidal como la cola del quetzal cuando surca los aires, y crearon un sistema calendárico más exacto que el gregoriano que utiliza hoy el mundo.
Entre las múltiples excusas esgrimidas para justificar el genocidio más terrible de la historia hay algunas que rayan el ridículo. Dicen que nos trajeron una lengua para unificarnos, una civilización para modernizarnos y una religión para santificarnos. Nada de eso hacía falta en este continente.
Nuestros pueblos tenían su propio idioma cada uno, lo que no era obstáculo para comunicarse entre ellos como lo demuestra el intenso comercio que había desde el norte, centro y sur de Abya Yala.
Notables sistemas de cálculo fueron creados por mexicas, mayas e incas que levantaron maravillosas ciudades que aún causan asombro entre especialistas.
Las religiones estaban basadas en una cosmovisión donde el hombre y la naturaleza coexisten en armonía y respeto, sin miedos ni castigos universales. Hay quién nos trata de salvajes y cita los sacrificios humanos, pero olvida el odio y el terror que en nombre de dios sembró la inquisición en Europa, donde medio millón de mujeres fueron a la hoguera en la edad media a causa de la misoginia e ignorancia.
¿Qué podía enseñarnos Europa en materia de modernidad?
Trajeron hambre y explotación, así como enfermedades desconocidas que diezmaron a la población, que pereció en masa.
Todavía duelen las hogueras que Diego de Landa levantó en Yucatán para destruir cualquier vestigio de la cultura maya. Apenas cuatro libros, o códices, sobrevivieron a esta hecatombe y de ellos hay tres, el de Dresden, el Peresiano y el Trocortesiano al otro lado del Atlántico y solo uno, el Grolier se conserva en México.
Aquí había conflictos, pero no se hacía la guerra por deporte como los reyes y señores europeos. Por eso, cuando llegaron con sus armas de fuego les fue relativamente fácil exterminar y dominar a los legítimos dueños de la tierra. Que España celebre el 12 de octubre como su fiesta nacional es un insulto a los millones de seres humanos que murieron para que ellos sean lo que ahora son. Aquí, nada que celebrar, hoy es día de duelo. FIN