Por María Josefina Arce
La migración, un fenómeno complejo y global, crece cada año. Las profundas desigualdades económicas y sociales, la violencia generada por conflictos, el narcotráfico y las pandillas son las causantes de que cada día más personas se desplacen en busca de salvar sus vidas y de un mejor futuro.
El Mar Mediterráneo se ha convertido en la tumba de numerosos africanos que intentan escapar a la pobreza imperante en sus países de origen, increíblemente con abundantes recursos naturales, pero despojados de sus riquezas durante siglos de colonialismo y víctimas también de pugnas internas y adversidades climáticas como la sequía.
La frontera de México y Estados Unidos es igualmente un lugar peligroso que se ha cobrado la vida de demasiadas personas. Hasta julio de este año alrededor de 200 migrantes habían muerto al intentar ingresar en territorio norteamericano, en busca de mejores oportunidades de vida.
De acuerdo a la agencia noticiosa mexicana NOTIMEX, durante los últimos cinco años, al menos MIL 661 inmigrantes murieron a lo largo de la línea común entre las dos naciones. El año récord fue en 2017 con 415 muertes registradas.
La política de tolerancia cero puesta en marcha por la administración del presidente Donald Trump ha aumentado los riesgos para quienes pretenden ingresar en el país norteño, pues buscan otras vías con mayores riesgos.
En estos momentos más de 2 000 hondureños marchan hacia la frontera de México con Estados Unidos.
La marcha, que fue convocada en redes sociales, comenzó el sábado con unas 1.300 personas en la norteña ciudad de San Pedro Sula, la más violenta de Honduras, y a su paso por el territorio hondureño se le han ido sumando más personas.
Honduras es una de las naciones más pobres de Centroamérica. Más del sesenta y cuatro por ciento de su población vive en la miseria y de esa cifra cerca de 23, 3 está en la pobreza extrema.
El país centroamericano está también catalogado como uno de los más violentos del área, un problema que afecta con especial énfasis a las mujeres y los jóvenes. El 2017 cerró con casi cuatro MIL homicidios, de acuerdo con las autoridades.
Un estudio de la universidad de Costa Rica llamado “Centroamérica desgarrada”, elaborado a través de encuestas entre jóvenes de comunidades pobres de la región, arrojó que más de la mitad quiere marcharse de su país de origen en busca de nuevas oportunidades.
Son jóvenes que diariamente conviven con la miseria y el peligro de vivir entre pandillas. La mayoría de ellos no estudia y sueñan con acceder a derechos como la educación y la salud.
Esta es la segunda caravana de grandes proporciones que pretende ingresar a territorio estadounidense en los últimos meses. En abril pasado también cientos de centroamericanos, en su mayoría hondureños llegaron a la frontera entre México y Estados Unidos.
Cada año transitan por territorio mexicano en dirección a la vecina nación unas 400 MIL personas, la mayoría centroamericanos, afirman las autoridades del país azteca.
De forma airada y prepotente ha reaccionado ante la caravana el presidente Donald Trump. Conocido por su política xenófoba que ha separado a madres e hijos inmigrantes, ha amenazado a Honduras de cortar cualquier ayuda de inmediato, sin considerar las causas y motivaciones que mueven a los más de dos MIL hondureños que solo aspiran a preservar su vida y darle un futuro mejor a sus hijos.