Por María Josefina Arce.
La próxima semana en la Asamblea General de la ONU se debatirá por vigésimo séptima ocasión sobre la necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero que desde hace más de medio siglo mantiene Estados Unidos contra Cuba y que ha provocado millonarias pérdidas a la economía cubana.
Desde 1992 la comunidad internacional condena esa genocida y unilateral medida. En 2017 en el primer año de mandato del presidente Donald Trump, 191 países exigieron el cese de esa hostil política.
Sin embargo, Trump ha apostado por el recrudecimiento del bloqueo contra el pueblo cubano, una postura que es rechazada por la mayoría del pueblo estadounidense. Cada día en la nación norteña se alzan más voces a favor de Cuba y de su justa lucha.
Este sábado tuvo lugar en la ciudad norteamericana de Miami una nueva caravana en demanda de que se ponga fin al bloqueo y a favor de la normalización de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.
La protesta fue convocada entre otras organizaciones, por la Alianza Martiana y la Brigada Antonio Maceo.
Múltiples son los ejemplos del rechazo que provoca en suelo estadounidense el cerco de Washington. El pasado mes de septiembre tuvo lugar en la capital norteamericana la cuarta jornada para apoyar el justo reclamo de los cubanos de que se elimine el criminal cerco, que de abril de 2017 a marzo de 2018 ha ocasionado pérdidas a Cuba por valor de más de cuatro MIL millones de dólares.
A pesar del bloqueo muchos llegan al archipiélago y no lo olvidan jamás. Desde hace más de veinticinco años la Fundación Interreligiosa para la Organización Comunitaria-Pastores por la Paz viaja anualmente a nuestro país, en abierto desafío a las leyes que conforman el bloqueo.
Cada año la Caravana de la Amistad Estados Unidos-Cuba recorre los distintos estados norteamericanos para dar a conocer la realidad de la nación caribeña y recoger ayuda solidaria para el pueblo cubano.
Ese es también el caso del proyecto Ruedas para el Mundo, del Centro Internacional de la Discapacidad “Joni y sus amigos”, con sede en California, que desde hace más de 15 años es portadora de ayuda para los discapacitados cubanos.
Bonnie Banker, encargada de la oficina de Dallas, Texas, que atiende especialmente a Cuba, precisó que las familias norteamericanas donan las sillas de ruedas que luego son enviadas no solo a la Mayor de las Antillas, sino a todas partes del mundo.
Los representantes del proyecto también traen muletas, andadores y bastones, así como maderas, cojines, lonas y herramientas de trabajo pues en los casos de una discapacidad severa ayudan a adaptar las sillas según las necesidades personales.
La Asociación Cubana de Limitados Físico-Motores señaló que “Joni y sus amigos” constituye la única entrada al país de sillas de ruedas especializadas para niños, que se diseñan y fabrican en una prisión de California.
No solo ayuda tan necesaria, sino mucho amor y solidaridad traen quienes desafiando el bloqueo norteamericano viajan a Cuba para compartir con su pueblo y ayudar a aliviar el dolor que causa en muchas familias cubanas esta irracional política, que con toda seguridad será nuevamente rechazada el venidero día 31 en la sede de la ONU, en Nueva York, por la mayoría de la comunidad internacional.