Por María Josefina Arce

La injerencia de Estados Unidos en los asuntos internos de América Latina se ha intensificado bajo la administración del presidente Donald Trump, quien ha revivido la vieja y conocida Doctrina Monroe, esbozada en 1823 y que se resume en América para los americanos, entiéndase para los norteamericanos.

La postura agresiva de Washngton está dirigida contra los gobiernos progresistas del continente como Venezuela, Nicaragua, Bolivia  y Cuba, como bien denunciara recientemente ante la Asamblea General de la ONU el canciller cubano, Bruno Rodríguez.

La administración Trump ha recrudecido el cerco contra la Revolución Bolivariana desde todos los frentes, incluida la posibilidad de una agresión militar, mientras llama a la violencia y el golpe de Estado,argumentó el jefe de la diplomacia cubana.

Precisamente horas después de la denuncia cubana el asesor de Seguridad Nacional, Jhon Bolton, en un agresivo discurso en la ciudad de Miami anunció nuevas acciones  contra Caracas, que incluyen la firma por Trump de una Orden Ejecutiva  que impone nuevas y duras sanciones.

Estas nuevas medidas se unen a las que ya han sido dictadas contra funcionarios venezolanos por la administración Trump que abiertamente maneja, asesora y paga a la llamada oposición del país sudamericano.

Aconsejada por Washington y apoyada por la derecha internacional, la oligarquía venezolana ha desarrollado una guerra económica con el acaparamiento y precios elevados a los productos, promovido actos violentos e incluso ha pedido una intervención por supuestas razones humanitarias.

Estados Unidos ha adoctrinado bien a sus lacayos, a los que paradójicamente considera incapaces de maniobrar solos a favor de sus intereses por sus divisiones internas y corrupción, de acuerdo con un documento firmado por Kurt Walter Tidd, actual comandante en jefe del Comando Sur estadounidense.

Para sus planes la Casa Blanca también se ha apoyado en la tristemente celebre OEA, Organización de Estados Americanos, conocida por plegarse a los dictámenes de Estados Unidos y apoyar acciones contra los gobiernos progresistas del área.
El secretario general, Luis Almagro, ha sido un fiel servidor.

En reiteradas ocasiones ha intentado infructuosamente activar contra Venezuela la Carta Democrática de la OEA por supuestas violaciones de los derechos humanos en esa nación y alteración del orden democrático.

Variadas son las técnicas utilizadas por Estados Unidos en su empeño de derroca al gobierno del presidente Nicolás Maduro, elegido por el pueblo, y de ese modo intentar borrar a la Revolución Bolivariana, otro foco de resistencia en el continente contra los planes hegemónicos de Washington.