Por: Roberto Morejón
Por más que el presidente estadounidense, Donald Trump trate de ahogarlas, las voces de los “diferentes” a veces logran alzarse en medio del discurso de odio del gobernante, y así ocurre con las mujeres, con un ingreso marcado al aparato legislativo, gracias a las elecciones de medio término.
Para un presidente que insistió durante su febril campaña a favor de los republicanos en sus mensajes misóginos y racistas, constituyó un revés lo que algunos expertos califican como “victorias femeninas” en los comicios.
En efecto, una cantidad récord de exponentes de esa procedencia lucharon y muchas ganaron en su porfía por llegar a gobernaciones y a la Cámara de Representantes.
Medios de prensa destacaron incluso cómo las aspirantes se rodearon de asistentes de su propio sexo en sus esfuerzos por avanzar en una sociedad donde la alta política tiene predominio masculino.Ese es el caso del Senado, dominado por los republicanos hombres, blancos, de mediana edad en adelante.
En contraposición y luego de los comicios de medio término en Estados Unidos, por primera vez la cámara baja tendrá más de un centenar de mujeres, incluso dos de ellas nativas.
En la cita en las urnas figuraron 237 mujeres en las papeletas para contender por la Cámara de Representantes y al menos 95 alcanzaron su meta, por encima de la cifra existente de 84.
El clamor femenino fue determinante en el triunfo del Partido Demócrata al controlar la Cámara, aunque por diversos factores fue imposible extender ese predominio al Senado.
Ahora se habla de los triunfos de la ex refugiada somalí Ilan Omar, la palestina-estadounidense Rashida Tlaib, hija de inmigrantes, y de Jahana Hayes, quien será la primera mujer afroamericana en representar a Connecticut en el Congreso.
Esta última confesó sentirse motivada a pasar del ámbito estatal al legislativo por lo que describió como “ataques constantes de Trump” contra las mujeres, los inmigrantes, el medio ambiente y la prensa libre.
Otras damas se expresaron igualmente porque la retórica divisoria del magnate republicano incentivó sus planes de aspirar a otros peldaños de la vida política.
Sería un error pensar en una presunta revolución encabezada por las féminas en Estados Unidos.
Pero deben atenderse las señales arrojadas por la consulta en las urnas y anteriormente por el movimiento conocido como “metoo”, estrenado al día siguiente de la toma de posesión de Trump.
A despecho de las voces “diferentes” alzadas en el escenario político, el inquilino de la Casa Blanca insiste en sus decisiones sectarias, como cuando apoyó a su candidato para el tribunal supremo, Brett Kavanaugh, imputado de acoso sexual.