Por: Roberto Morejón
El discurso de confrontación del presidente Donald Trump propicia que millones de extremistas que abierta o solapadamente viven en la sociedad estadounidense, desaten sus desenfrenos.
Además de que los recientes comicios legislativos de mitad de término fueron los más caros de los últimos años, se distinguieron por el debate plagado de insolencias, imprecaciones y rivalidad, a la que contribuyeron tanto republicanos como demócratas, aunque el inquilino de la Casa Blanca llevó la parte esencial.
El tiroteo en un bar de Los Ángeles, la masacre en una sinagoga y el envío de paquetes con bombas a miembros prominentes del Partido Demócrata y figuras públicas, constituyeron expresiones adicionales de la violencia institucionalizada en Estados Unidos.
Muchas personas señalaron acusadoramente al inquilino de la Casa Blanca por despertar la intolerancia de los ciudadanos hacia lo diferente, como el asesino de 11 feligreses en Pittsburgh, en lo que se considera el ataque más letal a la comunidad judía en la historia de Estados Unidos.
La masacre en esa ciudad siguió al frenético envío de paquetes con bombas de un individuo identificado como Cesar Sayoc con destino a personas criticadas por el magnate republicano.
Más de 100 personas figuraban en la lista de posibles destinatarios del atacante con explosivos, incluyendo medios de prensa, NO por casualidad virulentamente denostados por Trump, por quien el acusado expresó fascinación.
El primer mandatario polarizó el clima político en los comicios ante el temor de que los demócratas controlaran al menos la Cámara de Representantes y pudieran incluso desde allí emplazarlo con más peso y alcance.
Pero su oratoria febril resultó infructuosa y NO impidió esa victoria demócrata aunque logró indiscutibles avances de los republicanos en el Senado, bajo su control.
El propio Trump enardece aun más los ánimos al señalar a los migrantes que se dirigen desde Centroamérica a la frontera sur de Estados Unidos como criminales e invasores y movilizar contra ellos al muy bien entrenado ejército.
Para acompañar su ira Donald Trump apela a subterfugios, incluyendo falacias, ya que según The Washington Post el presidente ha realizado más de 5 mil reclamos falsos y engañosos desde su asunción.
La rígida postura del Jefe de Estado contra políticos rivales, inmigrantes y la prensa aumenta la temperatura política en un país donde se repiten hechos de violencia en escuelas, centros comerciales e iglesias.
Una nación más dividida que nunca y armada hasta los dientes puede generar acontecimientos incontrolables aun para un gobernante de mano dura como Donald Trump.