Por: María Josefina Arce
Al gobierno del presidente colombiano, Iván Duque, no le va nada bien, su aceptación ha caído a un 27,7 por ciento en poco más de cien días de mandato, y la mayoría de los encuestados opinan que el país no marcha por buen camino.
Ese es también el parecer de los estudiantes universitarios, apoyados por otros sectores, que desde hace más de un mes han tenido en jaque al inquilino de la Casa Nariño, pues precisamente la calidad y el dinero que se asigna a la educación es uno de los aspectos que más preocupa a los colombianos.
Ha sido el primer pulso político que ha tenido que enfrentar el presidente, quien se ha visto obligado a ceder y sentarse a negociar con el movimiento estudiantil. De hecho 34 senadores y 57 representantes enviaron una carta a Duque para exhortarlo a retomar la mesa de negociaciones, suspendida por los jóvenes a principios de mes ante lo que calificaron falta de voluntad del gobierno para atender su reclamo.
Los estudiantes consideran que la promesa de Duque formulada a los rectores de aumentar durante su mandato la inversión para el funcionamiento de los centros superiores en más de 300 millones de dólares, es insuficiente para un sector que tiene un déficit de cerca de MIL millones.
Paralelamente al reinicio del diálogo de las 32 universidades públicas, 22 se mantienen en paro y anunciaron movilizaciones y marchas desde las distintas regiones hacia Bogotá, la capital, con el fin de presionar al gobierno para que inyecte nuevos recursos a la educación superior ante la crisis que presenta.
Estudiantes, profesores y directivos reclaman que para el venidero año se asigne un mayor presupuesto al área, que desde hace años adolece de falta de recursos.
Las negociaciones tienen como fondo la represión desatada en los últimos días por las fuerzas policiales contra los miles de jóvenes, a los que se han unido representantes de otros sectores.
Los universitarios han advertido que no levantaran el paro hasta se de una solución real a lo que califican como el desfalco de los centros de altos estudios.
Pero la baja aceptación de Iván Duque tiene también su epicentro en los intentos del gobierno de promover una nueva reforma tributaria que golpearía fuerte la canasta básica de los colombianos, y que también ha provocado la protesta de gran parte de la sociedad.
Lo cierto es que ya Duque ha dicho a su equipo económico que busque alternativas ante las constantes críticas de la población, que cuestiona el accionar del gabinete en contra de las personas más necesitadas del país. La posible reforma tributaria ha sido calificada por expertos como altamente desigual, porque grava a los más pobres, mientras los más ricos siguen disfrutando su fortuna.
Iván Duque no ha empezado con buen pie su mandato. Su gestión es devaluada por la mayoría de los colombianos, quienes opinan que las cosas van por mal camino en el país sudamericano.