Por: Roberto Morejón
El MERCOSUR, Mercado Común del Sur, arrastra contradicciones susceptibles de acentuarse entre gobiernos de derecha en la región, con intereses disparejos.
El bloque fundado en mil 991 está integrado por Uruguay, Brasil, Argentina y Paraguay, los tres últimos países con gobiernos conservadores.
La agrupación efectuó recientemente una cita cumbre en Montevideo, donde afloraron disensiones a pesar de la retórica sobre supuestos consensos.
Con la excepción de Uruguay, los presidentes coincidieron únicamente en atacar a Venezuela, cuyo proyecto de justicia social e independencia disgusta a los regímenes conservadores.
Más allá de sus referencias inamistosas hacia un país suspendido del bloque desde 2017, los gobernantes concurrentes en Montevideo mostraron inquietud ante los obstáculos del Mercado del sur.
Sobre la agrupación gravita una atmósfera nociva por la actitud a asumir por el ultraderechista presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro.
El hasta ahora legislador se opone, como su ídolo Donald Trump, al multilateralismo y a los pactos de integración, porque prefiere los tratados de libre comercio bilaterales y dirigir a Brasil en solitario.
Tanto Bolsonaro como su superpoderoso ministro de Economía, el ultraneoliberal Paulo Guedes, redujeron la importancia del MERCOSUR y abogaron por corregir el rumbo a tono con el reaccionario perfil ideológico de ambos.
Espoleado por los bajos crecimientos económicos de Brasil y el alza de la deuda pública, Bolsonaro apuesta por el unilateralismo y afirma que MERCOSUR quedó prisionero de supuestas alianzas ideológicas.
Si Bolsonaro le da la espalda a su entorno, Uruguay y Argentina sufrirían por su dependencia comercial del vecino de habla portuguesa.
Pero no solo el ex capitán del ejército brasileño tiende un manto sombrío sobre el MERCOSUR.
El presidente argentino, Mauricio Macri, atraviesa por una crisis en su país y aunque comulga con Bolsonaro en sus inclinaciones conservadoras y aboga por tratados bilaterales de libre comercio, tiene una mirada más indulgente hacia el MERCOSUR.
Macri, quien asumió la presidencia temporal del mecanismo, patrocina la apertura comercial y un acuerdo con la Unión Europea, demorado 20 años.
Las negociaciones para crear un área de libre comercio con el Viejo Continente tendrán desde ahora nuevos escollos porque líderes como el francés Enmanuel Macron y la alemana Angela Merkel albergan reservas sobre Bolsonaro, a quien tachan de poco confiable.
En resumen, el MERCOSUR carece de anuencias internas a pesar del mayoritario perfil de derecha de los gobiernos y se expone a que el Brasil de Bolsonaro decida expandirse por su cuenta y apele al proteccionismo.