Yemen, entre el temor y la esperanza

Editado por Lorena Viñas Rodríguez
2018-12-20 07:57:19

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Foto: Archivo.

Por: Guillermo Alvarado

Acusaciones mutuas de violar la tregua parcial establecida por mediación de la ONU en Yemen fragilizan el proceso de paz, única esperanza de resolver la peor crisis humanitaria en el mundo y salvar la vida de millones de seres humanos amenazados por la hambruna y las enfermedades.

El 13 de diciembre por primera ocasión en dos años se sentaron a la mesa de diálogo los protagonistas de este inusual conflicto, los leales al presidente Abd Rabbu Mansour Hadi, apoyados por una coalición internacional que lidera Arabia Saudita, y las fuerzas rebeldes hutíes, que tienen control en la mayor parte del territorio.

Las conversaciones, que tuvieron lugar en Suecia, dieron como resultado un cese del fuego en el puerto y la ciudad de Hodeida, que serían abandonados por los combatientes y administrados por organismos locales con supervisión internacional; así como facilitar el ingreso de ayuda humanitaria en la urbe de Taez; además de un intercambio mutuo de alrededor de 15 mil prisioneros.

Es poco, pero es algo para una guerra que se caracteriza por una brutalidad pocas veces vista y donde los bombardeos sauditas han mostrado un desprecio absoluto por la población civil.

Luego de varios años de inestabilidad política, la situación empeoró cuando en marzo de 2015 Arabia Saudita formó una coalición con otros países de la región del Golfo, con apoyo de las potencias occidentales, y comenzó una despiadada ofensiva contra los grupos hutíes.

Según organismos no gubernamentales, Estados Unidos y el Reino Unido aportaron armas por valor de unos cinco mil millones de dólares al régimen saudita, que además mantiene un bloqueo marítimo y aéreo que impide el suministro de ayuda y medicamentos para la población.

En estos momentos casi tres millones de mujeres y niños están al borde de la muerte por inanición y 22 millones, o sean tres cuartas partes de los habitantes de Yemen, necesitan apoyo humanitario para sobrevivir.

El Comité Internacional de la Cruz Roja estimó que la magnitud de la catástrofe es tal, que aún consiguiendo la paz completa ahora mismo, sería muy difícil evitar la hambruna que diezmaría a la población.

La epidemia de cólera no ha terminado y todos los días se registran nuevos casos y están apareciendo con mayor frecuencia otras enfermedades como la meningitis y el sarampión, agravadas por la falta de medicamentos y personal sanitario.

La Cruz Roja estima que 60 mil personas fallecieron como consecuencia directa de la guerra y unos 80 mil niños perdieron la vida por circunstancias asociadas a la malnutrición, un paisaje desolador que ocurre ante la indiferencia y el silencio de la mayor parte de los grandes medios de información.

Aún así, reina cierto optimismo por los avances conseguidos en Suecia y la convocatoria a un próximo encuentro en enero, aunque para la población el horizonte sigue poblado todavía por los cuatro jinetes del Apocalipsis, la guerra, el hambre, la la muerte y la conquista.



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