Por: Guillermo Alvarado
El joven empresario Nayib Bukele, de 37 años, propuesto por el partido Gana, se impuso en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de El Salvador, comicios marcados por una fuerte abstención, que rondó casi el 60 por ciento y da muestra del desencanto de los ciudadanos hacia los partidos políticos.
La victoria del exalcalde de Nuevo Cuscatlán y San Salvador, en ambos casos de la mano del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN, no constituye una sorpresa porque desde el comienzo de la contienda las encuestas de intención de voto lo daban como favorito.
Se rompe de esta manera el dominio alterno que durante los últimos 30 años habían mantenido las dos formaciones políticas más importantes del pequeño país centroamericano, el Frente Farabundo Martí, de izquierda, y la ultraderechista Alianza Republicana Nacionalista, ARENA.
Este último partido ocupó el segundo lugar en las votaciones, con alrededor del 32 por ciento de sufragios para su aspirante al cargo, Carlos Calleja, quien intentó rescatar a una agrupación marcada por múltiples escándalos de corrupción que salpicaron a algunos de sus principales dirigentes.
Bastante lejos de los dos punteros quedó el FMLN, con 13,5 por ciento de votos, un resultado que en realidad ya se veía venir desde el año pasado, cuando sufrió una fuerte derrota en las elecciones municipales y legislativas, que lo dejaron en clara minoría en ambos sectores.
Aparte del desgaste natural de dos períodos en la presidencia, así como los embates de la derecha y los medios de comunicación en manos del poder económico, el Frente tendrá que analizar una coyuntura interna adversa, de la que no fue ajena la expulsión de sus filas del ahora virtual presidente electo.
Para Bukele vienen ahora serios retos. Hizo campaña basándose en el criterio de estar en el centro del espectro político y las ideologías, una postura que en política práctica es insostenible, sobre todo si se toma en cuenta que el partido que lo postuló, la Gran Alianza por la Unidad Nacional, GANA, está claramente en la derecha.
Fundada en 2010, esta organización fue un desprendimiento de ARENA encabezado por el expresidente Antonio Saca, actualmente en prisión por presunta corrupción.
Además de la pobreza que afecta a más del 30 por ciento de la población, el nuevo gobierno deberá enfrentar la violencia, reflejada en una alta tasa de homicidios, entre las mayores del mundo.
La escasa participación de la ciudadanía en el evento de esta domingo es un aviso de que existe un claro descontento social hacia los partidos y los políticos, por lo que Bukele tendrá que bregar fuerte para ganar y afianzar la confianza en su gestión.
A pesar de haber ganado en primera vuelta, tiene que darse cuenta de que, de cada 100 salvadoreños aptos para votar, 60 por lo menos prefirieron quedarse en casa, lo que más que una revelación, es un reto y una advertencia para el novel político.