Por: Guillermo Alvarado
La prolongada e inútil guerra contra el narcotráfico, impuesta a México por Estados Unidos y aceptada por los gobiernos de corte neoliberal, provocó una crisis de seguridad y convirtió al territorio de ese país en una gran fosa clandestina, reconocieron altas autoridades de la nación latinoamericana.
El presidente Andrés Manuel López Obrador dijo en conferencia de prensa que esta situación "es consecuencia de una política fracasada, inhumana y corrupta que ya no puede volver a imponerse en el país".
Agregó el jefe de Estado que por lo menos un millón de personas resultaron afectadas por este conflicto, entre muertos, desaparecidos, heridos y desplazados y se comprometió a nunca más emplear la fuerza, o declarar la guerra para combatir problemas de seguridad.
El expresidente Felipe Calderón accedió a las presiones de Washington para convertir a México en muro de contención para frenar el tránsito de estupefacientes hacia el norte, utilizando al ejército con este propósito a cambio de ayuda financiera y militar estadounidense.
El resultado fue una guerra interna no declarada que enfrentó al gobierno contra las mafias del crimen organizado, y a éstas entre sí, que continuó durante el gobierno de Enrique Peña Nieto sin obtener los resultados esperados, pero con un grave daño para la población civil que quedó a merced de todos los bandos en conflicto.
México se convirtió en una gran fosa clandestina dijo el subsecretario para los Derechos Humanos de la secretaría de Gobernación, Alejandro Encinas, quien cifró en 40 mil el número de personas desaparecidas en los últimos años.
El funcionario afirmó que el actual gobierno asumirá su responsabilidad de Estado en la búsqueda de las víctimas, entre las cuales, señaló, hay una gran cantidad de jóvenes de entre 17 y 29 años, así como de migrantes que buscaban atravesar suelo mexicano para llegar hasta la frontera estadounidense.
Según Encinas hay en todo el territorio por lo menos mil cien tumbas colectivas y más de 28 mil cuerpos sin identificar en los servicios forenses.
Más de una década de conflicto y un costo humano extraordinario, sin embargo, resultaron inútiles pues los narcotraficantes continuaron trasegando drogas hacia Estados Unidos donde está el mayor mercado de consumo de estupefacientes del planeta, verdadera causa del problema.
Si bien Washington impuso a México y otros países latinoamericanos programas de lucha contra el trasiego de drogas, muy poco se sabe de lo que se hace en la nación norteña para enfrentar a las mafias que reciben y distribuyen los cargamentos en su propio suelo, ni tampoco de los planes para impedir que el sistema financiero se beneficie con el flujo de los enormes recursos que genera esa actividad delictiva.
Como he dicho en varias ocasiones en que el tema viene a colación, combátase el consumo, y la oferta desaparecerá por sí sola, sin necesidad de sacrificar tantas vidas inocentes.