Por Nicanor León Cotayo
Sebastián Piñera, jefe del actual régimen chileno, en 2014 firmó junto a más de 30 naciones la proclamación de América Latina y el Caribe como Zona de Paz.
Pero ahora figura como una marioneta de Estados Unidos en su intención de montar una gran provocación que viabilice la agresión militar contra Venezuela.
¿Cuál ha sido el “pecado” de Caracas para ello?
Su férrea lealtad a la independencia y soberanía del país suramericano.
Otra vez, Míster Piñera actúa a manera de un, cada vez más desembozado, instrumento ultraderechista de la administración Trump.
Este señor multimillonario ha formado parte de todos los planes de carácter negativo impuestos por varios gobernantes estadounidenses en la región latinoamericana.
Absoluta negación del legado del presidente (con P mayúscula) Salvador Allende.
El gobierno del actual mandatario chileno se caracteriza por una reiterada postura represiva contra los movimientos sociales, progresistas y estudiantiles en el país.
Un ejemplo de ello, ha sido no haber podido ocultar su odio a la población indígena Mapuche, sobre la cual ha dejado caer brutales acciones e incluso asesinatos.
Tampoco hacia la política llevada a cabo por el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, ratificado por casi el 70 por ciento de los votantes en enero pasado.
Y para no perder su costumbre, Piñera está identificado plenamente con el proceder del caricaturesco mandatario colombiano, Iván Duque, a quien ninguna persona decente y racional puede tomar en serio.
Resta una sólida esperanza, “SE ABRIRÀN LAS GRANDES ALAMEDAS” a lo que podría añadirse, sin la presencia de Duque ni Piñeira. (Tomado de Cubasí)