Por: Roberto Morejón
Las políticas de odio y tolerancia cero a los inmigrantes de la administración del presidente Donald Trump podrían llevar a Estados Unidos a graves pérdidas económicas, de ahí las presiones sobre el gobernante.
El magnate inmobiliario suspendió la ayuda financiera a los países del llamado Triángulo del Norte Centroamericano, porque en su criterio hacen poco por detener los flujos de migrantes hacia la rica nación norteña.
Con ese paso, la Casa Blanca ignoró la realidad de que las crecientes caravanas de viajeros desde Honduras, Guatemala y El Salvador, principalmente, son difíciles de neutralizar, porque se alimentan de la situación desesperada de sus habitantes, sumidos en la pobreza y la violencia.
Trump desconoció asimismo las recomendaciones de expertos sobre la inconveniencia de recortar flujos financieros hacia América Central, porque generaría más dificultades y aceleraría los planes de potenciales migrantes.
Se trata de una realidad negada por el inquilino de la Casa Blanca, a quien también lo aconsejaron para desistir del cierre de la frontera sur con México.
El estadista obsesionado con sus cataratas de mensajes en la red social Twuitter se vio precisado a moderar su ultimátum de cerrar el límite sur para combatir la inmigración ilegal.
Para justificar su comedimiento Trump dijo tener noticias del aumento de medidas de México a fin de detener a más viajeros en dirección a Estados Unidos.
De esa forma el regente republicano trataba de desviar la atención del alud de reclamos de las transnacionales, después de enterarse de los planes de Washington de sellar la línea divisoria con México.
Los directivos de compañías alertaron sobre un posible caos en las cadenas de suministro de materias primas, mercancías y bienes, imprescindibles para el funcionamiento de las empresas de la Unión.
Trump desechó el argumento de que pasar un cerrojo al borde con México paralizaría millones de cruces legales y miles de millones de dólares en comercio.
Las compañías fabricantes de automóviles alertaron a la Casa Blanca de que la clausura del linde sur llevaría a la inmovilización de sus plantas en Estados Unidos, porque dependen de entregas rápidas de partes fabricadas en México.
El líder republicano del Senado, Mitch McConnell, aventuró consecuencias económicas devastadoras si Trump sigue adelante con sus planes de clausura fronteriza.
La última palabra está por dar, pero sí es seguro que a estas alturas de la crisis con los migrantes, Trump ratificó su irresponsabilidad, improvisación y radicalismo, con tal de consumar su política de odio e intolerancia.
Como la mesura y la racionalidad escasean en la Casa Blanca, allí descartan conversar con México y Centroamérica para contribuir a un flujo migratorio seguro y ordenado.