Por: Guillermo Alvarado
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dio un paso más para agravar la guerra comercial contra la República Popular China cuando emitió una normativa que prohíbe a empresas de su país utilizar equipos de telecomunicaciones de compañías extranjeras que pongan en riesgo la seguridad nacional.
La medida va directamente dirigida contra el poderoso consorcio chino Huawei, cuya rápida expansión en el mercado de la tecnología digital por todo el mundo causa recelo en el país norteño, cuyas empresas están quedando atrás.
Para emitir el decreto la Casa Blanca declaró una “emergencia nacional” bajo el pretexto de que "de los adversarios extranjeros que están creando y explotando cada vez más las vulnerabilidades de la infraestructura y los servicios de tecnología de la información y las comunicaciones en Estados Unidos".
En realidad no es más que un intento de impedir que Huawei se posicione a la cabeza de la tecnología 5G, en cuyo desarrollo lleva una gran ventaja que le permitirá dominar a sus competidores cuando se distribuya por todo el planeta.
Tal es así, que Trump pedirá a “sus aliados”, sobre todo a la Unión Europea, que se sumen al boicot contra el gigante tecnológico chino, que de hecho está fuera de Estados Unidos desde que en 2012 el Congreso lo calificó como una amenaza a la seguridad nacional, lo cual no impidió su rápido crecimiento en otras regiones, sobre todo en las denominadas economías emergentes.
Los argumentos con que algunos políticos apoyan la decisión de Trump son hasta cierto punto risibles y recuerdan el período más agudo de la guerra fría. El senador republicano Tom Colton llegó a decir que "las compañías de telecomunicaciones chinas como Huawei sirven efectivamente como un brazo de inteligencia del Partido Comunista Chino".
El consorcio tomó el asunto con tranquilidad y aseguró que las medidas estadounidenses tendrán poco efecto en su trabajo. David Wang, miembro de la directiva del grupo señaló que gracias a sus operaciones globales, cualquier cambio en un país no dañará el conjunto de sus negocios.
Un comunicado del consorcio aseguró que esas restricciones irracionales atacan los derechos de la firma, pero no harán a Estados Unidos más seguro y fuerte, sino que lo obligarán a depender de alternativas inferiores y más caras.
El asunto viene a aumentar las tensiones por la guerra arancelaria que la Casa Blanca desató contra China y que afecta en estos momentos a mercancías de los dos países valoradas en miles de millones de dólares.
Geng Shuang, portavoz de la cancillería china, denunció que Estados Unidos abusa de su poder para desacreditar a las compañías de su país y hacerlas retroceder a toda costa, lo que no es justo ni respetable.
Desafortunadamente justicia y respeto son temas de los que Trump sabe muy poco, empecinado como está en lo que él llama hacer grande a su país, aunque tenga que romper todas las normas del mundo civilizado donde se le mira cada vez con mayor ojeriza y desconfianza.