Por: Roberto Morejón

El gobierno salvadoreño encabezado por el presidente Salvador Sánchez Cerén entregará a su sucesor, Nayib Bukele, el primero de junio un país con menos iletrados, empeño que contó con la colaboración de Cuba.

Con la declaración de libre de analfabetismo del oriental departamento de Ahuachapán suman cuatro las demarcaciones con esa condición, un objetivo del Frente Farabundo Martí por la Liberación Nacional, partido hasta ahora en el gobierno.

El principio puesto en práctica por esa agrupación era esforzarse por garantizar el derecho a la educación a toda la población.

La gestión de los gobiernos signados por el Frente Farabundo Martí para masificar la enseñanza de la lectura y escritura marchó no sin contratiempos, pero logró beneficiar a 330 mil salvadoreños desde el comienzo del programa en 2009.

Las autoridades lograron movilizar a miles de voluntarios para aplicar un método de enseñanza creado por Cuba y adaptado a las circunstancias de cada país.

Es el caso de El Salvador, donde se impulsó durante los últimos 10 años el Programa Nacional de Alfabetización.

El lema del proyecto fue “El Salvador alfabetizado ¡es posible!” y así se demostró desde la suscripción de un convenio básico de cooperación técnica, científica y tecnológica entre Cuba y El Salvador en 2010.

Mediante esa avenencia, la mayor de las Antillas puso a disposición de los salvadoreños el método “Yo sí puedo”.

Hablamos de un programa audiovisual alfa numérico dirigido a jóvenes y adultos iletrados, concebido para 65 clases en un máximo de tres meses y medio.

Creado por la fallecida pedagoga cubana Leonela Relys, el procedimiento para enseñar las primeras letras con rapidez y calidad tiene entre sus ventajas la aplicación al unísono en gran número de personas.

Además, los favorecidos con esa práctica docente en el Salvador aprendieron a realizar cálculos matemáticos básicos, gracias a las particularidades del Programa Nacional de Alfabetización.

De la eficacia de la metodología dan cuenta los habitantes de 165 municipios salvadoreños hoy libres de analfabetismo, de los 262 delimitados en el más pequeño país centroamericano.

La iniciativa, llevada a la práctica en decenas de países, subraya la posibilidad de que naciones de escasos recursos, como Cuba y El Salvador, se auxilien en esferas sensibles, gracias a la voluntad de sus respectivos gobiernos.

Los asesores cubanos del exitoso método “Yo sí puedo” están satisfechos por la recompensa recibida, la inmensa gratitud del humilde pueblo salvadoreño. FIN