Por María Josefina Arce
Los salvadoreños están a la expectativa, luego de la toma de posesión este fin de semana del nuevo presidente del país, el joven empresario
Nayib. Bukele, quien se apoyó en las redes sociales para recabar el apoyo del electorado y obtener la victoria en los comicios de febrero pasado.
Ganador con un 53 por ciento de los votos, Bukele ha dejado entrever pocas señales sobre cuál será su plan de gobierno, aunque en su discurso de investidura se refirió a grandes inversiones.
Y en ese sentido se conoce su interés de desarrollar proyectos en la zona sur, la cercana a la costa del Pacífico, referidos a la construcción de un aeropuerto para activar el turismo y un sistema de trenes para pasajeros y mercancías, y de ese modo conectar a la pequeña nación con otros países centroamericanos.
Bukele, sin embargo, no ha aclarado cómo financiará estos proyectos que, sin duda, requerirán grandes cantidades de dinero, lo que entra en contradicción con sus propias palabras sobre la necesidad de reducir el gasto público para enfrentar el déficit.
Lo cierto es que el mandatario se enfrenta a grandes retos. Aunque durante sus mandatos el FMLN, Frente Farabundo Martí para la Libración
Nacional trabajó por disminuir la violencia y la pobreza, estas son aún dos asignaturas pendientes.
Con el Frente se crearon nuevos empleos y se desarrollaron programas sociales para beneficiar a los sectores más vulnerables, un esfuerzo
reconocido por la CEPAL, Comisión Económica de la ONU para América Latina, que calificó a El Salvador como el tercer país de América Latina que más logró reducir el flagelo de la pobreza.
Sin embargo, todavía una parte de los más de seis millones de salvadoreños viven en la miseria, mientras que muchos son víctimas de la violencia.
Los días develarán en que camino irá su programa de gobierno, pues sus cambios de tendencia política arrojan grandes dudas e incógnitas sobre las líneas básicas de lo que será su mandato que, además, deberá lidiar con una Asamblea Legislativa dominada por la oposición.
Ya una de sus propuestas de campaña: la creación de una Comisión Internacional Contra la Impunidad en El Salvador ha sido rechazada por
varios de los legisladores de la oposición.
Superar la resistencia de la Asamblea a sus iniciativas, por lo tanto, será uno de sus primeros obstáculos. Su partido GANA, una escisión de ARENA, solo cuenta con diez de 84 diputados hasta que se celebren elecciones legislativas en 2021.
Por lo pronto una de sus primeras acciones conocida públicamente y calificada por muchos como histórica, es la orden a las Fuerzas Armadas de retirar de un cuartel en el este del país el nombre de Domingo Monterrosa, señalado por la Comisión de la Verdad de la ONU como responsable de la Masacre del Mozote, acaecida en 1981 y que dejó unos MIL muertos, en su mayoría niños.
Monterrosa, que murió en 1984, fue entrenado en la tristemente célebre Escuela de las Américas, donde se formaron torturadores y asesinos durante las dictaduras militares en América Latina en el siglo pasado.
La incertidumbre y muchas preguntas domina por el momento, el panorama de El Salvador, con un nuevo gobierno que tiene grandes y difíciles retos económicos y sociales y una batalla por delante con un Congreso nada favorable.