Por: Guillermo Alvarado
El gobierno de México reaccionó con madurez y cautela ante la amenaza del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de aplicar aranceles adicionales a las mercancías del país latinoamericano con el pretexto de que no hace lo suficiente para detener las corrientes migratorias hacia el territorio norteño.
Tras conocerse el anuncio, el jefe de Estado mexicano, Andrés Manuel López Obrador, pidió a su homólogo y socio en el renegociado Tratado de Libre Comercio que incluye a Canadá, que reflexionara sobre sus acciones y advirtió que podría llevar el caso ante las instancias internacionales de justicia y comercio.
El golpe ha sido fuerte, pues apenas se hizo el anuncio de que el 10 de junio podrían entrar los nuevos impuestos se derrumbaron las acciones de las principales empresas de México en los mercados bursátiles y cayó el valor de la moneda nacional respecto al dólar estadounidense.
Según el jefe de la Casa Blanca, su vecino del sur “lleva años abusando de Estados Unidos” y agregó que de no cerrar el flujo de indocumentados hacia el norte, las empresas norteamericanas que se han asentado en ese territorio comenzarán a cerrar sus puertas y retornarán a su lugar de origen, algo que en realidad es mucho más fácil de decir, que de llevar a la práctica pues hay de por medio poderosos intereses.
El mismo Trump no ignora que la causa principal de que numerosas firmas con capital y sede principal en Estados Unidos hayan migrado hacia México y otros países latinoamericanos es porque allí pagan salarios ínfimos en comparación con lo que harían en su país.
Además los regímenes tributarios son mucho más flexibles, así como otras regulaciones estatales, incluyendo las sanitarias para las que se dediquen a la actividad agropecuaria.
Para estas corporaciones el costo de operar en México es mucho más barato que en Estados Unidos, y por lo tanto sus ganancias también resultan mayores.
Dijo Trump que el incremento de aranceles a las exportaciones mexicanas hacia Estados Unidos será la razón por la que estas empresas decidan retornar, un concepto erróneo pues cualquiera sabe bien que los impuestos no los pagan quienes venden al exterior, sino los que desde afuera compran estas mercancías.
Como ocurre con la guerra comercial contra China, al final quienes sufrirán las consecuencias serán los consumidores en Estados Unidos, que verán cómo se eleva el costo de la vida.
Respecto al pretexto de esta nueva agresión, también encierra una gran falsedad. México es un país de paso de migrantes y no el responsable de que decenas de miles de personas obligadas por la miseria y la violencia decidan abandonar su hogar y marchar al norte. Elimínense las causas y desaparecerá el problema, una verdad elemental que muchos se obstinan en no mirar.