Por María Josefina Arce
Dos decretos relacionados con los sectores de la salud y educación convirtieron a Honduras en las últimas semanas en escenario de fuertes protestas, que unieron a diversos sectores de la sociedad.
Estudiantes de secundaria, universitarios y activistas de partidos opositores, incluido el excandidato presidencial del Partido Liberal, Luis Zelaya, apoyan las manifestaciones contra los planes del gobierno.
Ha sido tanta la presión popular, que incluye un paro indefinido desde el pasado jueves de las labores de maestros y trabajadores de la salud, que en las últimas horas el presidente Juan Orlando Hernández anunció la derogación de los controvertidos decretos.
Las dos iniciativas gubernamentales de ley provocaron fuertes reacciones en los hondureños por considerar que tienen como fin la privatización de los servicios de educación y salud, además de masivos despidos de personal que trabaja en esos sectores de la administración pública.
Para los manifestantes estos decretos apartan al estado de su responsabilidad de garantizar el derecho a la educación y a la salud pública, al transferir la prestación de estos servicios al sector privado y convertirlos en una mercancía.
Los documentos fueron la gota que colmó la copa. Los hondureños vienen desde hace años padeciendo de la ineficacia y mala calidad de los sistemas educativos y de salud.
Honduras ha sido catalogada como una de las naciones del área con peor rendimiento escolar, dado la pésima calidad de la educación que enfrenta un bajo presupuesto, la falta de personal docente y una gran desigualdad.
De acuerdo con las estadísticas, en los últimos años se ha incrementado el número de estudiantes que reprueban el nivel de enseñanza en que se encuentran en esos momentos y deben repetirlo.
Por demás, en muchos centros educativos los alumnos no cuentan con los medios necesarios para una buena enseñanza, además de que enfrentan la violencia de las pandillas que amenazan tanto a educandos como profesores.
No es mejor la situación del sistema de salud. Muchos hospitales permanecen cerrados por la falta de personal y equipamiento, lo que obliga a muchos enfermos a viajar hacia Tegucigalpa, la capital, o San Pedro Sula, donde funcionan aunque con muchos problemas los dos principales centros asistenciales de la nación.
La falta de medicamentos es otro de los retos que debe vencer diariamente el personal de salud de las distintas instituciones.
De hecho como delicados ha calificado los problemas del sistema sanitario en Honduras la representante en ese país de la Organización Panamericana de la Salud, Piedad Huerta.
De acuerdo con la experta el país centroamericano no alcanza el nivel mínimo de profesionales de ese sector recomendados por la Organización Mundial de la Salud.
La situación es crítica tanto en educación como en salud. Los hondureños, gran parte de los cuales vive en la pobreza, reclaman mayores presupuestos para esos primordiales sectores y un mayor compromiso de las autoridades.
También rechazan la política neoliberal que desde el golpe en 2009 contra el ex presidente Manuel Zelaya han puesto en marcha quienes se apoderaron fraudulentamente del gobierno, lo que ha ahondado las desigualdades sociales y empujado a muchos a engrosar las largas filas de centroamericanos que marchan hacia la frontera de México con Estados Unidos.