Por María Josefina Arce.
No mires la paja en el ojo ajeno, sino mira la viga en el tuyo propio, es un refrán popular que el presidente norteamericano, Donald Tump, no conoce. Muy preocupado al parecer por la situación de otras naciones como Cuba, Venezuela y Nicaragua, debería de vez en cuando mirar con atención el panorama de su país.
En Estados Unidos ha ido ganando terreno el número de personas que no tienen donde vivir. Los llamados sin techo están hoy por todas partes, pero tienen una mayor presencia en las ciudades de Nueva York, Los Ángeles y San Francisco, de acuerdo con las estadísticas.
La desigualdad crece en territorio norteamericano. Los expertos estiman que aunque ha habido un cierto crecimiento económico, los beneficios se concentran en unos pocos, mientras otros incluso han visto afectado su derecho a una vivienda digna.
Los albergues públicos no dan abasto y son muchos los estadounidenses que viven en tiendas de campaña, automóviles o simplemente en las calles.
En un recorrido por varios estados el relator especial de Naciones Unidas para la pobreza extrema y los derechos humanos, Philip Alston, señaló que las políticas del actual gobierno se centran en recortar al máximo posible los subsidios para viviendas y creo, dijo, que lo peor está por llegar.
El funcionario afirmó que para muchos el sueño americano se está convirtiendo rápidamente en la ilusión americana.
De acuerdo con una encuesta publicada en los últimos días, el número de desamparados en el condado de Los Ángeles, California, con casi 59 mil personas viviendo en la actualidad en la calle, aumentó en un 12 por ciento con respecto al año pasado por la escasez de vivienda asequible.
“Tenemos una de las mayores poblaciones de personas sin techo en la nación. Solo Nueva York tiene más personas sin hogar en cualquier noche”, advirtió en un comunicado el director ejecutivo de la Autoridad de Servicios para Personas sin Hogar de Los Ángeles, Peter Lynn.
Las minorías y los ancianos se ven afectados por esta problemática de forma desproporcionada, a la que también, apuntan expertos, contribuyen las nuevas tecnologías que dejan sin empleo a miles de personas o llevan al pago de bajos salarios.
Una situación que se hace mucho más visible cuando llegan los meses de duro invierno. Organizaciones humanitarias y autoridades no dan abasto para proporcionar un lugar adecuado para pernoctar a tantos necesitados.
Pero lo peor es que, como han denunciado muchos, la urgencia desaparece cuando pasa el mal tiempo, y los llamados sin techo siguen aumentando, en un país donde los más pobres no son una prioridad del actual ejecutivo.
Lo cierto es que en Estados Unidos, una de las naciones más ricas y desarrolladas del mundo, se cuentan por millones los pobres y los que no tienen donde vivir, una situación que el presidente niega.
Y mientras las cifras siguen creciendo, el presidente parece más interesado en entablar guerras comerciales, sancionar y reforzar su hostilidad contra gobiernos que no son de su agrado o echar la culpa a otros de los problemas que aquejan a la sociedad estadounidense.