Por Nicanor León Cotayo
Un curioso artículo del Nuevo Herald alertó este martes 11 de junio que parece avanzar hacia su fin el referido barrio floridano.
Bajo la firma de Daniel Shoer Roth, explica que su población original está siendo expulsada por la regeneración urbana y degradada por la herencia cultural de este vecindario hispano.
Shoer Roth aclara que así lo han advertido urbanistas, conservacionistas, funcionarios públicos y activistas cívicos.
Para hacer frente a esa tendencia y buscar más equilibrio entre desarrollo y necesidades de los residentes, una coalición de organizaciones entrevistó durante dos años a 2,700 vecinos y otras personas.
¿Resultado? Un plan de revitalización, conocido que, si llega a implementarse, construiría a “largo plazo” una ciudad mejor.
Juan Mullerat, director de la firma que lideró el plan junto al Fideicomiso Nacional, declaró a la prensa:
“La Pequeña Habana son sus residentes, y lo más importante de este plan es que sus residentes permanezcan en La Pequeña Habana y no la abandonen”, pase lo que pase a sus vidas y negocios.
Su informe menciona mejoras de vías y proyectos de obras públicas realizados en tiempos recientes “que en realidad han trastornado el carácter único de La Pequeña Habana, en lugar de reforzarlo”.
Para preservar su identidad en medio del boom inmobiliario, los investigadores concluyeron “que si llenamos las tierras vacantes con nuevos desarrollos compatibles en escala, La Pequeña Habana pudiese crear espacio para 10,000 nuevos residentes y 550 nuevos negocios”.
No obstante, la presión de la industria inmobiliaria, la demolición de edificios históricos y el desplazamiento de residentes de menos ingresos por el aburguesamiento vecinal, ponen en jaque esa riqueza cultural.
Observadores agregan un significativo recuerdo a lo dicho.
La titulada Pequeña Habana ha sido además un reluciente nido de lo peor de la comunidad de origen cubano asentada en la Florida y otros lugares de Estados Unidos.
Allí se montaron diversos planes terroristas y conspiraciones a granel contra el cercano pequeño archipiélago caribeño.
Junto a ello pronosticaron cientos de veces el cercano final de la Revolución cubana y festejaron todo lo que presumiesen negativo para esta.
Sin embargo, la posible muerte de la que hablan ahora no es de la causa triunfante del primero de enero de 1959, si no de la ciénaga utilizada por sus más repugnantes enemigos para herirla.
Mientras, la verdadera Habana, capital de todos los cubanos, se apresta no obstante el bloqueo impuesto desde el Norte, a celebrar sus primeros 500 años de fundada.(Tomado de Cubasí)