Por: Guillermo Alvarado
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que los agentes del Servicio de Inmigración y Aduanas, ICE, por sus siglas en inglés, preparan la deportación de millones de indocumentados que están en el país norteño, una operación que causará disgustos en numerosos sectores dentro de esa nación.
Se calcula que viven allí alrededor de 12 millones de personas en situación irregular, la mayor parte de ellos originarios de México y el Triángulo Norte de Centroamérica, formado por Guatemala, El Salvador y Honduras.
Los cálculos de la Casa Blanca no cuentan con que se trata de un enorme ejército de mano de obra barata, casi regalada, que no acumula pasivos laborales ni se beneficia con los programas de salud y educación públicas, no exigen acceso a viviendas dignas y aceptan trabajar en condiciones extremas.
En esta situaciòn, habría que ver cómo les cae a los granjeros y pequeños y medianos empresarios cuando de pronto comiencen a desaparecer estos operarios que hacen tareas a las que no aspiran los ciudadanos estadounidenses y, de paso, les procuran enormes ganancias al disminuir sus costos de producción.
Las nuevas amenazas de Trump podrían esta vez no ser solamente un farol para amedrentar a las decenas de miles que están agazapados al otro lado de la frontera con México, muchos con sus familias a cuestas, esperando una oportunidad para entrar al paraíso prohibido.
El periodista David Brooks publicó recientemente en el diario mexicano La Jornada que el magnate presidente ordenó remozar las instalaciones de una base militar ubicada en Oklahoma, que ya sirvió como campo de concentración para los norteamericanos-japoneses durante la II Guerra Mundial.
Recordó el comunicador que el ICE aún no ha logrado instalar a miles de niños que fueron separados de sus padres en la frontera, y agregó que Trump expresó su voluntad de mantener presas a familias enteras, en abierta violación a las normas nacionales e internacionales del derecho de asilo.
Me viene ahora a la mente que ya en alguna ocasión se mencionó el nombre del infame campo de prisioneros ubicado en la base de Guantánamo, que Estados Unidos mantiene ilegalmente ocupada en territorio cubano, para ubicar allí a menores y adultos capturados en la frontera con México.
De todas maneras las amenazas de Trump incrementan la inestabilidad y temores entre los indocumentados, que viven en un macabro juego a las escondidas con los agentes de migración, mientras buscan algún trabajo para procurarse el sustento diario o enviar dinero a sus familiares en el exterior.
Como dice Brooks, la actual administración estadounidense ha convertido a la crueldad en un factor esencial de su política contra los inmigrantes y está dispuesta a llevarla hasta niveles nunca vistos con anterioridad. Se trata sin dudas de uno de los episodios más oscuros y vergonzosos en la historia del poderoso imperio del norte.