Por: María Josefina Arce.

Cuba tiene bien definida su estrategia para llevar adelante su economía y satisfacer las necesidades de la población, a pesar de las adversas condiciones internacionales con el recrudecimiento del bloqueo, pero también de actitudes internas que no son compatibles con los principios de la revolución y frenan el desarrollo.

No obstante en medio de esa situación compleja el país logró en el primer semestre del presente año detener su espiral de endeudamiento externo, sobrecumplir la balanza comercial de bienes y servicios, recuperar la producción de un grupo de renglones y concluir importantes inversiones.

Sin embargo, continúa siendo de vital importancia incentivar la producción, sobre todo de alimentos, dado el gran gasto en el que anualmente incurre el país con la compra en otros mercados, que se ha demostrado puede ser sustituida con un mejor aprovechamiento de los recursos con que cuenta el archipiélago cubano.

Por demás, como bien afirnara el presidente cubano, Miguel Díaz Canel, la importación acomoda, mata la iniciativa y se impone encontrar nuestras propias soluciones para ahorrar divisas que pueden ser invertidas en otras esferas.

En su participación en los debates de la Comisión de Asuntos Economícos de la Asamblea Nacional del Poder Popular, enfatizó el presidente cubano que es necesario escuchar a todos, sus sugerencias y propuestas, pues “en esa sabiduría popular” pueden encontrarse las soluciones necesarias.

Adelantó que están en marcha proyectos de inversión extranjera por varios miles de millones de dólares y otros dirigidos a disminuir las importaciones.

El incremento de salarios en el sector presupuestado está llamado a satisfacer una demanda de la población, pero también a incentivar el trabajo con mayor eficiencia para incrementar la producción con una mayor calidad y con el ahorro de recursos.

Se busca no solo sustituir importaciones, sino aumentar las exportaciones para ingresar divisas a la nación, que se pueden invertir tanto en la industria agroalimentaria, como en otras esferas también sensibles para la población.

De ahí que se imponga un aumento de las áreas cultivables bajo riego, pues en la actualidad solo el siete por ciento de la tierra destinada a la agricultura tiene esa condición.

Fomentar las inversiones, también por la vía de negocios con capital extranjero, es igualmente de gran importancia, para introducir nuevas tecnologías que ayuden a mejorar los rendimientos en el sector agroindustrial.

Igualmente se impone un mayor control interno en cada empresa para evitar ilegalidades y corrupción, actitudes que dañan el avance socioeconómico de la Mayor de las Antillas y que no son compatibles con los principios de la revolución.

Reducir importaciones, aumentar la producción, el ahorro, la eficiencia no son lemas, son una necesidad del país para enfrentar las difíciles condiciones externas y avanzar hacia su desarrollo económico, una meta a la que, como bien afirmara el presidente Miguel Díaz Canel, no hemos renunciado, a pesar de ser un país bloqueado.