Por: Guillermo Alvarado
En momentos en que recrudecen las agresiones de Estados Unidos contra varios países y organizaciones políticas, sociales y de integración en América Latina y El Caribe, sesiona en Caracas, Venezuela, el Foro de Sao Paulo con el objetivo de articular mecanismos para la defensa de nuestros pueblos.
Se trata de momentos cruciales, quizás muy similares a los que vivía el mundo tras la disolución del campo socialista europeo, que llenó de dudas e inquietudes a muchos sectores de la izquierda.
Justamente fue en 1990 cuando, por iniciativa del Partido de los Trabajadores de Brasil, se fundó el Foro para aglutinar a agrupaciones de izquierda en un escenario de debate sobre las nuevas realidades y las consecuencias que tendría para la región un contexto internacional marcado por las políticas neoliberales.
Los principales problemas económicos, sociales, políticos y culturales, el papel de la izquierda, sus retos y oportunidades, la articulación de iniciativas y proyectos, han sido objeto de análisis de esta singular organización.
Tras un punto de partida en un mundo adverso, cuando parecía que solo Cuba quedaba inmune a la debacle del socialismo, el Foro de Sao Paulo se fortaleció con el advenimiento de gobiernos revolucionarios y progresistas en varios países del área.
La victoria de Hugo Chávez en Venezuela, el retorno del Frente Sandinista en Nicaragua, los gobiernos de Nestor Kirchner y Cristina Fernández en Argentina, Lula da Silva y Dilma Rousseff en Brasil, Rafael Correa en Ecuador, Evo Morales en Bolivia, el Frente Guasú en Paraguay y el Farabundo Marti en El Salvador, potenciaron su trabajo y lo convirtieron en un referente ante la ideología de la extrema derecha regional.
Hoy, sin embargo, el panorama vuelve a ser complejo tras la llamada restauración conservadora y la instalación de un gobierno intolerante en Estados Unidos empecinado en barrer a los países progresistas y revolucionarios.
Washington resucitó a su ministerio de colonias, la OEA, nunca desactivada por completo, dio nuevos aires a la vetusta doctrina Monroe, creó un fantasmagórico Grupo de Lima y levanta de entre los muertos al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, que él mismo había sepultado.
Al mismo tiempo utiliza a sus peones para destruir mecanismos de integración y diálogo regional, como la Unión de Naciones Sudamericanas o la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. Asimismo, modeló a su antojo al Mercado Común del Sur, Mercosur, para excluir de él a Venezuela.
Nunca como ahora el Foro de Sao Paulo fue tan necesario, y por eso mismo recibe todo tipo de ataques desde la derecha. Los 124 partidos y organizaciones citadas en Caracas tienen la oportunidad, y la responsabilidad, de encontrar respuestas y caminos para este convulso momento donde Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia se mantienen como la luz que brilla al final del túnel.
