Por: Roberto Morejón
La reciente advertencia de Rusia sobre los peligros de una nueva carrera armamentista en el Mundo provocó el sobresalto de analistas aletargados, en la creencia errada de que esas amenazas son sobredimensionadas.
El representante permanente adjunto de Rusia en la ONU, Dmitry Polyansky, atribuyó a las ambiciones geopolíticas de Estados Unidos la responsabilidad por la espiral en la fabricación de equipamiento bélico.
Estados Unidos, que devuelve al país euroasiático la culpa por el avance armamentista, dio un portazo al Tratado de Armas nucleares de mediano y corto alcance, conocido por sus siglas en inglés INF.
La administración de Donald Trump es blanco además de críticas por su respaldo a la industria militar doméstica y a la Asociación Nacional del Rifle.
A las maniobras de esa última entidad se imputa la negativa oficial a limitar la posesión de armas en la población y bajar así la violencia.
En opinión de Moscú, Washington se retiró del Tratado INF al convertirse su letra en algo incómodo para sus planes de imponer unilateralmente un nuevo orden en las relaciones internacionales.
Recuérdese que la beligerancia y la creación de conflictos de todo tipo es lo que caracteriza a los actuales inquilinos de la Casa Blanca como hace con Venezuela, Irán, China, Rusia, Cuba, Siria, los migrantes y el cambio climático.
El mundo quedó perplejo cuando el país norteño aumentó sus plataformas de lanzamiento de misiles en Europa Oriental, muy cerca de Rusia, y ensayó el 18 de agosto un cohete de alcance intermedio.
China condenó el simulacro y se defiende de los ataques verbales de Trump en el sentido de que Beijing también protagoniza un ascenso en la fabricación de pertrechos de guerra.
Lo cierto es que el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz asegura que el gasto militar global sumó 1,8 billones de dólares en 2018, con Estados Unidos a la cabeza.
Si bien descomunales portentos bélicos engrosan los arsenales de más de dos decenas de países, lo mismo ocurre con las armas ligeras, de las cuales circulan en el planeta 875 millones, una buena parte de ellas en Estados Unidos.
Las transnacionales dedicadas a la fabricación de artilugios bélicos se nutren de un comercio cercano a los 100 mil millones de dólares al año.
Con razón el canciller cubano, Bruno Rodríguez, calificó en la red social twitter de exorbitantes las sumas otorgadas a la industria de la guerra, en lugar de reservarlos ---dijo--- a la paz y combatir la pobreza.
Tanto esa inquietud justificada como la alerta de Rusia sobre los riesgos de una nueva carrera armamentista NO deberían ser tomadas a la ligera por la comunidad internacional. FIN